Identifican científicos cientos de genes ligados a formas específicas de envejecimiento acelerado
La investigación demostró que cada tipo de envejecimiento no saludable tiene bases genéticas diferentes, lo que permitiría en el futuro personalizar tratamientos y prevención según el perfil de riesgo individual de cada persona.

CIUDAD DE MÉXICO.- El envejecimiento es una experiencia única y diversa. No todas las personas se vuelven frágiles de la misma manera o al mismo ritmo. Algunas pueden conservar una mente aguda pero ver limitada su movilidad, mientras que otras permanecen físicamente activas pero enfrentan deterioro cognitivo. Esta variabilidad llevó a un equipo internacional de científicos a investigar si estas diferencias tienen una huella genética identificable.
La respuesta, publicada en la revista Nature Genetics, es afirmativa. A través de uno de los estudios genéticos más exhaustivos realizados hasta la fecha, los investigadores lograron identificar 408 genes asociados específicamente con el envejecimiento acelerado o la fragilidad. Este hallazgo representa un avance significativo, ya que solo se conocían 37 genes relacionados previamente.
La investigación logró categorizar el envejecimiento no saludable en seis subtipos principales: discapacidad, mala cognición, problemas metabólicos, múltiples enfermedades, estilo de vida poco saludable y apoyo social limitado. Cada uno de estos subtipos mostró estar vinculado a conjuntos distintos de genes, demostrando que biológicamente son procesos diferentes.
De la observación clínica a la genética
La motivación para este estudio nació de la experiencia directa. Isabelle Foote, autora principal de la investigación y ahora genetista, trabajaba anteriormente como enfermera. En su trato diario con adultos mayores, observaba cómo personas de la misma edad envejecían de maneras radicalmente distintas. “¿Por qué les pasaba esto a ellos y no a la persona de al lado?”, se preguntaba, una interrogante que no podía responder con las herramientas clínicas tradicionales y que finalmente la llevó a cambiar la enfermería por la ciencia genética.
El método clínico actual para medir la fragilidad, un índice de 30 puntos que evalúa desde la velocidad al caminar hasta la actividad social, tiene una limitación crucial: no distingue entre los tipos de fragilidad. Dos personas pueden tener la misma puntuación pero problemas completamente diferentes, lo que dificulta tanto el tratamiento personalizado como la investigación de las causas. Este estudio propone que incorporar los perfiles genéticos a la evaluación puede resolver esta ambigüedad.
“Envejecer no es una sola cosa. Hay muchas maneras de ser frágil”, explicó el Dr. Kenneth Rockwood, coautor del estudio. Para desentrañar esta complejidad, el equipo analizó el ADN y los datos de salud de cientos de miles de participantes del Biobanco del Reino Unido, buscando genes asociados a 30 síntomas de fragilidad.
Hacia un futuro de medicina personalizada
El descubrimiento de genes específicos para cada subtipo de envejecimiento es el primer paso hacia un cambio de paradigma en la atención geriátrica. Por ejemplo, el gen SP1, vinculado al Alzheimer, se asoció fuertemente con el subtipo de “mala cognición”, mientras que el gen FTO, relacionado con la obesidad, apareció como base de varios subtipos metabólicos. Esto sugiere que las causas subyacentes son distintas y, por lo tanto, también deben serlo los tratamientos.
A corto plazo, los investigadores proponen que los diagnósticos de fragilidad se amplíen para incluir estos seis subtipos. Esto permitiría que una persona identificada con fragilidad cognitiva pudiera recibir terapias preventivas para la demencia, mientras que otra con fragilidad metabólica podría enfocarse en prevenir la diabetes o enfermedades cardíacas.
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El objetivo a largo plazo es aún más ambicioso: desarrollar “puntuaciones de riesgo poligénico” que permitan predecir la propensión de una persona a un tipo específico de envejecimiento no saludable y, eventualmente, crear fármacos dirigidos a esas vías moleculares. Aunque los científicos descartan la posibilidad de una única “píldora antienvejecimiento” mágica, este estudio allana el camino para intervenciones más precisas y efectivas que mejoren la calidad de vida en la vejez.
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