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¿Qué dice de una persona que use el mismo perfume a diario, según la psicología?

El perfume que una persona usa a diario actúa como una “firma olfativa” que va más allá de un aroma agradable.

CIUDAD DE MÉXICO.- El aroma que una persona elige usar a diario va más allá de ser un simple complemento; es una herramienta de expresión personal. La psicología indica que este hábito está ligado a la creación de una imagen propia, la búsqueda de seguridad emocional y la conexión con recuerdos significativos. Por ello, seleccionar un perfume no es una decisión superficial, sino un acto que tiene profundas implicaciones en la interacción social y la autopercepción.

Los estudios científicos se refieren al perfume como una “firma olfativa”, un sello personal que proyecta quiénes somos. Mantener una fragancia constante puede simbolizar equilibrio y coherencia, ayudando a reforzar la identidad ante uno mismo y los demás. Se trata de una manera sutil pero poderosa de comunicar presencia y constancia.

Lo que hace especial a este fenómeno es la estrecha relación entre el olfato y la memoria. Los aromas se procesan en el sistema límbico, la región cerebral asociada a las emociones y los recuerdos. Esto explica por qué un olor puede transportarnos instantáneamente a un momento o lugar específico, despertando emociones adormecidas. Además, las fragancias tienen el poder de alterar el estado de ánimo, ya sea energizando con notas cítricas o relajando con acordes amaderados.

Un ritual diario con profundidad psicológica

La elección de un aroma no se basa solo en lo agradable que resulta, sino en la identificación con una historia o un concepto abstracto que resuena con la personalidad. Desde la perspectiva psicológica, este acto refleja aspectos como la autoestima y la manera de relacionarse con el entorno. Así, el perfume funciona como una extensión de la identidad, una elección deliberada sobre cómo queremos ser percibidos por el mundo.

Este ritual matutino de aplicarse perfume se compara con otros actos de cuidado personal, como vestirse o arreglarse. Proporciona una sensación de orden y preparación, contribuyendo a la confianza y al bienestar emocional. Para muchos, usar su fragancia favorita es un paso esencial para sentirse seguros y listos para afrontar los retos del día.

Sin embargo, en algunos casos, el uso constante de perfume puede estar motivado por la inseguridad o el deseo de controlar la impresión que se causa, enmascarando el olor corporal natural. Funciona entonces como un escudo contra la ansiedad social. No obstante, la atracción por una fragancia suele nacer de experiencias personales y recuerdos positivos, reforzando el vínculo entre el aroma y la identidad.

La huella olfativa en las relaciones sociales

El perfume es, a menudo, uno de los primeros atributos que los demás notan en una persona, creando una impresión inmediata y duradera. Por esta razón, muchos eligen su fragancia con la intención de causar un impacto positivo en distintos ámbitos: laboral, social o sentimental. La “huella olfativa” que se deja puede influir significativamente en cómo se es recordado y percibido.

La conexión entre aroma y memoria también juega un papel clave en las relaciones interpersonales. Un perfume puede evocar a alguien específico o a un momento feliz, fortaleciendo los lazos emocionales. Esta poderosa asociación convierte al aroma en un elemento íntimo y social a la vez.

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Expertos coinciden en que, lejos de ser una elección trivial, seleccionar un perfume merece una reflexión cuidadosa. Se recomienda elegir una fragancia que no solo huela bien, sino que también autenticamente represente la esencia individual y la impresión que se desea proyectar en los demás, consolidándola como una parte fundamental de la identidad personal.

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