La tensión defensiva es la razón por la que no puedes deshacerte de esa tensión constante en tu cuerpo
Esta tensión puede empeorar con estiramientos y persistir pese a masajes o ejercicios convencionales.

CIUDAD DE MÉXICO.- Dana Santas, conocida como la “Mobility Maker”, es especialista certificada en fuerza y acondicionamiento físico y entrenadora mente-cuerpo en deportes profesionales, además de autora del libro Practical Solutions for Back Pain Relief. Según Santas, muchas personas sienten una rigidez persistente en la espalda, cadera o hombros que no mejora pese a estiramientos, rodillos de espuma o masajes frecuentes.
Identificar la tensión protectora
Lo que muchos perciben como músculos “apretados” podría ser en realidad tensión protectora, una respuesta involuntaria del cuerpo que busca proteger zonas vulnerables. Reconocer la diferencia entre rigidez mecánica y tensión protectora es esencial para quienes enfrentan dolor recurrente, rigidez crónica o mejoras temporales de movilidad que no se mantienen.
El sistema nervioso monitorea constantemente el cuerpo ante posibles amenazas, no solo externas sino también internas, como debilidades o lesiones previas. Cuando detecta un riesgo, genera tensión para limitar el movimiento en áreas vulnerables, lo que puede ser disparado por mala postura, estrés crónico, inestabilidad articular o lesiones pasadas.
Señales de alerta y diagnóstico
Santas identifica cuatro indicadores principales de tensión protectora: primero, las zonas que empeoran tras estirarlas. Segundo, la tensión unilateral que no responde al estiramiento bilateral, lo que puede reflejar efectos de lesiones antiguas o desalineación pélvica. Tercero, la rigidez recurrente en las mismas áreas pese a estiramientos constantes. Y cuarto, la rigidez dolorosa que varía según el estrés, sueño o estado emocional.
A diferencia de la rigidez mecánica, que se relaciona directamente con la actividad física, la tensión protectora persiste y fluctúa según el estado del sistema nervioso. Reconocer estos signos es clave para buscar atención médica y descartar lesiones u otras condiciones que requieran tratamiento especializado.
Santas destaca que la tensión protectora no puede solucionarse únicamente con estiramientos. De hecho, forzar el alargamiento muscular puede aumentar la rigidez, porque el sistema nervioso percibe una amenaza y responde con más tensión. Por ello, un enfoque mente-cuerpo integral es más efectivo para recuperar movilidad y reducir dolor.
Estrategias para reducir la tensión protectora
Practicar técnicas que regulen el sistema nervioso, como ejercicios de respiración, meditación y paseos en la naturaleza, puede disminuir los niveles de estrés y facilitar que el cuerpo libere patrones de guardia muscular. La estabilidad del núcleo y el control postural también son fundamentales, ya que un core fuerte ayuda al sistema nervioso a permitir movilidad segura en otras áreas.
El sueño es otro factor crucial: la falta de descanso aumenta la sensibilidad del sistema nervioso y puede generar más tensión protectora incluso ante actividades normales. Para mejores resultados, Santas recomienda trabajar con fisioterapeutas o entrenadores especializados en identificar y corregir esta tensión mediante ejercicios adaptados a cada persona.
Antes de cualquier rutina de movilidad, dedicar unos minutos a respiración profunda y rítmica puede ayudar a poner el sistema nervioso en un estado más receptivo. Por ejemplo, un patrón de respiración 5-7-3 (inhala cinco, exhala siete y pausa tres) ayuda a activar la respuesta de descanso y restauración del cuerpo, reduciendo la guardia muscular.
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