¿Por qué algunas personas despiertan con terrores nocturnos durante la noche? Esto dice la psicología
Los terrores nocturnos son episodios de miedo intenso que ocurren durante el sueño profundo, afectando a niños y adultos.

CIUDAD DE MÉXICO.- Despertar en medio de la noche con un miedo intenso, acompañado de gritos, llanto o confusión, es una experiencia que puede afectar tanto a niños como a adultos. Estos episodios, conocidos como terrores nocturnos, son un tipo de trastorno del sueño que provoca una reacción brusca de pánico mientras la persona permanece en un estado entre el sueño profundo y la vigilia.
Terrores nocturnos: cuándo el miedo irrumpen en el sueño
De acuerdo con MedlinePlus, el portal de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, los terrores nocturnos son característicos por la aparición repentina de miedo intenso durante las fases profundas del sueño. Durante estos episodios, la persona puede gritar, llorar, agitarse, sudar y presentar taquicardia, pero sin estar completamente despierta ni consciente del entorno. Esto dificulta consolarlos o interactuar con ellos durante el episodio.
Quienes experimentan terrores nocturnos suelen abrir los ojos con una expresión de terror, pero no reconocen el espacio donde están y rara vez recuerdan lo sucedido al despertar. Estos episodios forman parte de un grupo más amplio llamado parasomnias, alteraciones del sueño que incluyen también el sonambulismo y el despertar confusional, y que en la mayoría de los casos son benignas.
Factores que influyen y riesgos asociados
Los terrores nocturnos suelen aparecer en el primer tercio de la noche, durante el sueño profundo, a diferencia de las pesadillas, que ocurren en la segunda mitad de la noche y son recordadas al despertar. Es común que durante estos episodios se produzcan conductas automáticas, como sentarse en la cama o caminar, sin responder a estímulos externos. En algunos casos, el paciente puede combinar terrores nocturnos con sonambulismo, lo que aumenta el riesgo de accidentes.
No se conoce una causa única que explique los terrores nocturnos. Entre los factores principales están el estrés, la falta de sueño, cambios en los horarios de descanso, agotamiento, fiebre y ciertas enfermedades como la apnea del sueño. Además, existe una predisposición genética, ya que es frecuente encontrar antecedentes familiares de parasomnias. También influyen el uso de algunos medicamentos, el consumo de alcohol y trastornos emocionales como ansiedad o depresión.
Aunque en la mayoría de los casos estos episodios desaparecen con el tiempo, pueden generar consecuencias negativas. Pueden afectar el equilibrio emocional, provocar somnolencia durante el día, causar conflictos familiares, y en casos extremos, lesiones físicas y sentimientos de vergüenza. Cuando se combinan con el sonambulismo, el riesgo de accidentes domésticos se eleva para la persona afectada y sus convivientes.
Diagnóstico, manejo y pronóstico
El diagnóstico de los terrores nocturnos se basa principalmente en el relato de los familiares o personas que presencian los episodios. En situaciones complejas o cuando el trastorno es persistente, se pueden usar estudios como electroencefalogramas y videograbaciones nocturnas para descartar otras enfermedades, como epilepsias nocturnas.
Por lo general, no se requiere un tratamiento médico específico. Lo fundamental es brindar tranquilidad al afectado, garantizar un entorno seguro y reducir el estrés. Solo en episodios recurrentes o peligrosos se puede valorar el uso de medicación bajo supervisión médica. Es recomendable proteger el espacio del paciente para evitar accidentes, y consultar a especialistas si los episodios son frecuentes o interfieren con la vida diaria.
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La mayoría de los niños supera los terrores nocturnos antes de los 10 años sin necesidad de tratamiento. En adultos, la persistencia suele estar relacionada con altos niveles de estrés, consumo de alcohol o trastornos del ánimo. Contar con información confiable y una detección oportuna permite manejar esta condición de manera efectiva, minimizando su impacto en la calidad de vida y previniendo complicaciones futuras.
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