¿Insípida debido a la mala calidad o en verdad es más saludable? La realidad de la “comida de hospital”
Casi todos los centros de salud cuentan con este servicio, cuyo objetivo es asegurarse de que la alimentación de los pacientes sea la correcta y se ajuste a sus necesidades
“La comida no tiene suficiente sabor para mí”, “apenas tiene sal y me resulta sosa” o “la comida del hospital no me gusta”. Probablemente todos hemos escuchado frases como estas de personas que, por una intervención médica o complicaciones de salud, han tenido que ser hospitalizadas. Pero, ¿son hechos u opiniones? Analicemos un poco la nutrición hospitalaria.
Prácticamente todos los centros de salud cuentan con su área de cocina o servicio de nutrición, cuyo objetivo es asegurarse de que la alimentación de los pacientes sea la correcta y se ajuste a sus necesidades.
Además de cubrir nuestras necesidades fisiológicas y nutricionales, las dietas hospitalarias también se adaptan, siempre que sea posible, a los gustos del paciente.
Según el blog HLA, de España, la comida que recibimos en el hospital no es de menor calidad, sino diferente a la que consumimos en casa, ya que responde a criterios que van más allá de nuestras preferencias personales.
Los menús hospitalarios se elaboran de forma lo más personalizada posible, con el objetivo de favorecer la recuperación del paciente y mejorar su experiencia durante la estancia hospitalaria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que una dieta adecuada en el entorno hospitalario cumple una función preventiva, terapéutica y educativa, y contribuye al bienestar físico y social del paciente. Además, propone sustituir el término comida de hospital por nutrición hospitalaria, destacando así su verdadero propósito.
La comida que se reparte en el hospital, ¿le falta sal?
“Cada vez hay mayor evidencia de que la sal de mesa no es la que se asocia a un mayor riesgo cardiovascular, sino la que no sabemos que consumimos. La cantidad máxima recomendada de sal son 5g y debemos contabilizar la que agregamos nosotros y en el caso de que consumamos productos con etiqueta, la que estos contengan”, argumenta Rocío Bueno, nutricionista de HLA.
Para adecuar nuestro consumo de sal al recomendado, Rocío Bueno recomienda:
- Consumir alimentos frescos, de proximidad y de temporada: frutas, verduras, hortalizas, legumbres, carnes, pescados, lácteos, huevos.
- Preferiblemente consumir comida casera. Se han de evitar, por tanto, productos elaborados, bollería o panadería industrial, así como embutidos o carnes procesadas.
- Consultar las etiquetas de productos procesados. Los ingredientes en las etiquetas se colocan en orden de mayor a menor cantidad. Preferiblemente elegiremos aquellos productos que aparezcan 3 o 4 ingredientes máximo, la sal debería aparecer lo más al final posible. Además, es importante que miremos la tabla de composición de alimentos donde debe aparecer la cantidad de sal o la cantidad de sodio. En caso de que sea la cantidad de sal ¡recuerda que 5g es la cantidad máxima! y en el caso de que sea sodio 2g sería lo máximo diario.
Tipos de dietas hospitalarias
Como se ha comentado, cada paciente requiere de una dieta en específico y por lo tanto, puede haber diferentes tipos de dieta para cada tipo de necesidad.
Las dietas más comunes son:
- Dieta basal. Supone más o menos el 50% de las dietas hospitalarias. También se conoce como dieta normal, dieta libre o dieta cero. Está orientada a un adulto sano (desde el punto de vista de que no requiere alimentación específica) y con un nivel de actividad ligero.
- Dieta blanda. Baja en grasa y en fibra. Elaboraciones y alimentos de fácil digestión.
- Dieta baja en azúcares. Libre de azúcares añadidos, destinada principalmente a pacientes con diabetes. Es rica en fibra para controlar la absorción de azúcares a nivel intestinal.
- Dietas hiposódicas. Dietas bajas en sal y rica en fibra procedente de frutas, verduras y parte de los hidratos de carbono integrales.
- Dieta astringente. Se excluye la leche y la fibra insoluble (ensaladas, fruta entera) y se aumenta la fibra soluble (manzana sin piel).
- Dietas hipercalóricas. Altas en calorías y proteínas. Recomendada para pacientes con desnutrición.
En conclusión, no es que tu médico esté tratando de matarte con la falta de sabor en tu cena o que quiera torturarte al no dejar que consumas tu alimento preferido, la realidad es que solo miran por tu bien. Tu dieta no debería ser un martirio, sino una opción más hacia una salud óptima.