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El impacto silencioso del abuso verbal en la infancia

El riesgo de bajo bienestar mental aumenta 64% con abuso verbal y 52% con abuso físico.

CIUDAD DE MÉXICO.- Un reciente estudio publicado en la revista BMJ Open desafía el viejo dicho “las palabras nunca me harán daño”. La investigación revela que el abuso verbal durante la niñez puede ser tan perjudicial para la salud mental en la adultez como el abuso físico, e incluso superarlo en algunos casos. Según los datos, las probabilidades de tener un bajo bienestar mental en la adultez aumentan un 64% cuando un niño sufre abuso verbal, frente a un 52% en casos de abuso físico.

El impacto silencioso del abuso verbal en la infancia

El equipo, encabezado por Mark Bellis, profesor de salud pública y ciencias conductuales en la Universidad John Moores de Liverpool, señaló que los efectos del abuso verbal no siempre son evidentes de inmediato. A diferencia del abuso físico, cuyas secuelas pueden ser visibles, las heridas psicológicas que dejan las palabras suelen pasar desapercibidas para familiares, médicos o autoridades. Sin embargo, sus consecuencias pueden ser igual de duraderas y dañinas.

Los investigadores subrayan que este tipo de maltrato es una fuente de estrés tóxico que puede alterar el desarrollo cerebral infantil. Además, es más común que la violencia física: mientras que 1 de cada 6 niños en el mundo sufre abuso físico, 1 de cada 3 está expuesto a abuso verbal.

Tendencias y evolución del problema

Para llegar a estas conclusiones, se analizaron los casos de más de 20,600 personas nacidas en Inglaterra y Gales desde la década de 1950. Los datos muestran que, aunque el abuso físico infantil ha disminuido con el tiempo —del 20% en los nacidos entre 1950 y 1979 al 10% en los nacidos a partir del año 2000—, el abuso verbal ha seguido la tendencia contraria, subiendo del 12% antes de 1950 a casi el 20% en las generaciones más recientes.

La investigación confirma que ambos tipos de abuso están estrechamente relacionados con un bajo bienestar mental en la adultez. En concreto, el 24% de quienes sufrieron abuso verbal y el 23% de quienes sufrieron abuso físico reportaron un bienestar mental reducido, frente al 29% de quienes padecieron ambos tipos de maltrato. En contraste, solo el 16% de los adultos que no experimentaron abuso presentaron este problema.

El bajo bienestar mental incluye menos optimismo, dificultad para relajarse, falta de cercanía con otras personas y problemas para tomar decisiones o enfrentar retos. Estos efectos, de acuerdo con el estudio, fueron más marcados en casos de abuso verbal.

Consecuencias que persisten

El análisis detallado mostró que el abuso verbal puede tener un impacto más profundo que el físico en algunos aspectos sociales y emocionales. Por ejemplo, mientras que el maltrato físico infantil aumentó un 33% las probabilidades de que un adulto no se sienta cercano a otros, el abuso verbal elevó esa cifra hasta un 90%. Aquellos que sufrieron ambos tipos de abuso tuvieron 2.7 veces más probabilidades de sentirse aislados.

Los autores del estudio advierten que, aunque las políticas públicas suelen enfocarse en prevenir la violencia física, el abuso verbal merece la misma atención por su capacidad de generar daños a largo plazo. Las secuelas emocionales pueden afectar la capacidad de establecer relaciones saludables, el manejo del estrés y la percepción de uno mismo.

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En conclusión, el estudio plantea la necesidad de ampliar la comprensión del maltrato infantil, reconociendo que las heridas invisibles dejadas por las palabras pueden marcar la vida de una persona tanto como las agresiones físicas. Las estrategias de prevención y apoyo deberían, según los expertos, incluir un enfoque más amplio que abarque todos los tipos de abuso.

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