El Imparcial / Lo Curioso / Salud

El enigma del “brain freeze”: cuando el helado revela secretos del cerebro

El brain freeze o dolor de cabeza por helado es una reacción breve pero intensa que ocurre al consumir alimentos muy fríos rápidamente.

CIUDAD DE MÉXICO.- Ese dolor agudo y punzante que aparece al comer helado demasiado rápido no es sólo una anécdota veraniega. Se trata de una cefalea por estímulo frío, conocida en inglés como brain freeze. Según la Clasificación Internacional de Trastornos de Cefalea, ocurre cuando algo muy frío toca el paladar o la parte posterior de la garganta, generando una reacción nerviosa que provoca un dolor momentáneo, pero intenso.

Más que una molestia pasajera

Este fenómeno, lejos de ser trivial, ha despertado el interés de científicos por su complejidad neurológica. Investigaciones recientes sugieren que este tipo de dolor podría ayudar a entender mejor los mecanismos de las migrañas y las respuestas cerebrales ante estímulos extremos. Además, algunos estudios han propuesto que el brain freeze podría inspirar técnicas para proteger el cerebro tras un paro cardíaco mediante hipotermia terapéutica.

Lo curioso es que aunque el estímulo está en la boca, el dolor se siente en la frente o las sienes. Esto se debe a un fenómeno llamado dolor referido, en el que el cerebro interpreta erróneamente la fuente del dolor. En este caso, el nervio trigémino detecta un cambio brusco de temperatura y envía una señal que el cerebro procesa como amenaza.

Lo que revela sobre la salud neurológica

Un artículo de 2010 planteó la posibilidad de que los reflejos que se activan con este tipo de cefalea podrían ser aprovechados en situaciones críticas, como en cuidados intensivos. Al parecer, la reacción neurovascular rápida que ocurre durante el brain freeze puede regular el flujo sanguíneo cerebral y la presión dentro del cráneo, lo que abre una ventana de estudio médico interesante.

En 2023, una revisión científica profundizó en cómo estructuras como el nervio trigémino y el ganglio esfenopalatino participan en esta respuesta. Estas mismas estructuras están involucradas en migrañas y otros tipos de cefaleas, por lo que entender su comportamiento frente al frío podría aportar nuevas claves sobre estas dolencias.

La prevalencia del brain freeze varía del 15 al 37 % en la población general, pero es mucho más común en niños y adolescentes, con cifras que van del 40 al 79 %. Esto podría deberse a una combinación entre factores anatómicos y de aprendizaje: con la edad, las personas tienden a evitar conductas que disparan el dolor y su sistema nervioso se vuelve más estable ante estímulos fríos.

Un indicador clínico y posibles riesgos

Curiosamente, existe una fuerte relación entre la cefalea por frío y los antecedentes de migraña. Las personas que sufren migrañas tienen una mayor probabilidad de experimentar brain freeze, con prevalencias que superan el 70 % en algunos casos. Esto sugiere que podría usarse como un indicador indirecto de una sensibilidad aumentada en el sistema trigémino.

También se ha observado que hay factores hereditarios que influyen. Si uno de los padres sufre este tipo de dolor, el riesgo de que sus hijos también lo padezcan aumenta considerablemente, sobre todo si es la madre quien tiene antecedentes. Además, los traumatismos craneales previos también pueden elevar la sensibilidad a estos estímulos.

Aunque en general es un fenómeno inofensivo y autolimitado, existe un caso clínico documentado en el que un joven colapsó tras beber agua muy fría. Aunque no fue exactamente un brain freeze, el episodio fue atribuido a una respuesta vagal extrema. Este caso aislado subraya cómo el cuerpo puede reaccionar drásticamente ante estímulos intensos, pero no representa un riesgo común asociado al consumo de alimentos fríos.

Cómo prevenirlo (y qué hacer si aparece)

La buena noticia es que este dolor se puede evitar con algunas precauciones sencillas. La principal recomendación es comer o beber despacio. Cuando el estímulo frío es demasiado rápido o directo, el cuerpo no alcanza a equilibrar la temperatura interna, lo que activa el reflejo de dolor.

También se puede usar una pajita para evitar que el líquido toque directamente el paladar, o mantener el alimento frío en la lengua antes de tragar. Otra opción es evitar que los helados se derritan demasiado en la boca, ya que esto aumenta el contacto con las zonas sensibles.

También podría interesarte:

Si el brain freeze ya comenzó, hay una solución rápida: presionar la lengua contra el techo de la boca. Esta acción ayuda a calentar la zona afectada y puede aliviar el dolor en pocos segundos. Así, la próxima vez que un helado te cause ese punzante dolor en la frente, sabrás que no es exageración: tu sistema nervioso está respondiendo con una precisión que aún sigue sorprendiendo a la ciencia.

Temas relacionados