La sopa de pollo cuenta con respaldo científico que avala su eficacia
Una revisión científica liderada por la profesora Sandra Lucas respalda el uso tradicional de la sopa de pollo como apoyo en la recuperación de resfriados y gripes leves.

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante generaciones, la sopa de pollo ha sido más que un alimento reconfortante: muchas personas la consideran un remedio infalible contra los primeros síntomas de resfriado o gripe. Ahora, una revisión científica respalda esa creencia popular. Sandra Lucas, profesora de la Universidad del Oeste de Escocia, lideró un análisis riguroso que da validez a lo que muchas abuelas ya sabían: la sopa de pollo puede ayudar en la recuperación de enfermedades respiratorias leves.
De remedio casero a tema de investigación
La investigación, publicada en la revista Mindfood, examinó más de 10 mil artículos científicos y seleccionó cuatro estudios de alta calidad. Estos incluyeron a 342 participantes que padecían resfriado, gripe o incluso COVID-19. Los resultados fueron consistentes: quienes consumieron sopa durante su enfermedad se recuperaron hasta 2.5 días antes que quienes no lo hicieron, y además reportaron síntomas más leves como congestión, dolor de garganta y fatiga.
Más allá del alivio inmediato, también se observaron efectos positivos a nivel biológico. Los estudios mostraron una reducción en biomarcadores inflamatorios como la interleucina-6 y el factor de necrosis tumoral alfa, claves en la respuesta inmunológica. Estos datos respaldan la idea de que el valor de la sopa no es solo emocional, sino también fisiológico.
El poder de sus ingredientes
Según los análisis de Lucas, el efecto beneficioso de la sopa de pollo proviene de su combinación de calor, hidratación y nutrientes. Ingredientes comunes como ajo, cebolla, jengibre y verduras de hoja verde aportan propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas que ayudan al cuerpo a combatir las infecciones respiratorias.
Además, el líquido caliente ayuda a diluir la mucosidad y a calmar la irritación de garganta, mientras que su contenido acuoso previene la deshidratación, frecuente durante los episodios febriles. Esta suma de factores contribuye a una recuperación más rápida y cómoda, aunque el efecto varía según la receta y el tipo de sopa.
Sin embargo, los investigadores reconocen que aún hay vacíos de conocimiento. Hay pocas comparaciones entre sopas caseras y comerciales, y no se ha profundizado en aspectos como el impacto sobre el sueño, la productividad o el bienestar general. Estas son áreas que podrían explorarse en futuras investigaciones.
Complemento útil, no sustituto médico
A pesar de sus beneficios, los especialistas subrayan que la sopa de pollo no reemplaza al diagnóstico ni al tratamiento médico profesional. Es importante integrarla como parte del autocuidado general, junto con descanso, buena hidratación y seguimiento médico adecuado, especialmente en casos de síntomas persistentes o graves.
La revisión dirigida por Lucas también señala la necesidad de realizar estudios más amplios y controlados para obtener conclusiones más sólidas. Esto permitiría, por ejemplo, determinar qué tipo de sopa ofrece mayores beneficios o si ciertas combinaciones de ingredientes potencian su efecto inmunológico.
Mientras tanto, la sopa de pollo mantiene su valor simbólico y terapéutico. Es una muestra de cuidado familiar y, según la evidencia actual, también un aliado útil en el manejo de infecciones respiratorias leves. Aunque aún se requieren más estudios, este plato tradicional se perfila como algo más que una simple receta de la abuela: podría ser un recurso con base científica en la atención cotidiana de la salud.
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