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El cuerpo humano brilla en la oscuridad: una luz invisible pero real

El cuerpo humano emite una luz natural muy débil, invisible al ojo humano, conocida como emisión ultra débil de fotones.

CIUDAD DE MÉXICO.- Aunque parezca sacado de la ciencia ficción, el cuerpo humano realmente emite luz de manera natural, aunque esta sea tan débil que no puede percibirse a simple vista. Este fenómeno, conocido como emisión ultra débil de fotones (UPE), fue documentado por un equipo de científicos japoneses en 2009, quienes lograron fotografiar el brillo de voluntarios usando cámaras extremadamente sensibles. A diferencia del calor corporal, que se detecta en el espectro infrarrojo, esta luz es visible, pero mil veces más tenue que el umbral que el ojo humano puede captar.

Una bioluminiscencia que pasa desapercibida

Los investigadores descubrieron que esta bioluminiscencia es más intensa en ciertas zonas del cuerpo, como la frente, las mejillas y el cuello, mientras que el torso y las extremidades emiten menos luz. Curiosamente, la intensidad del brillo varía a lo largo del día, alcanzando su punto máximo alrededor de las 4 de la tarde y disminuyendo por la noche. Esta variación sugiere una relación directa con el ritmo circadiano, es decir, el reloj biológico del cuerpo humano.

A diferencia de organismos como las luciérnagas, el cuerpo humano no tiene células especializadas para generar luz. En su lugar, el brillo proviene de reacciones químicas internas. Específicamente, cuando las moléculas en el cuerpo interactúan con oxígeno, se producen especies reactivas que, al volver a su estado original, liberan fotones, o partículas de luz. Este proceso está ligado al metabolismo celular y puede reflejar el estado de salud de los tejidos.

Posibles usos médicos del resplandor humano

Aunque aún se encuentra en etapa de investigación, esta luz podría ser una herramienta útil para la medicina en el futuro. Algunos estudios sugieren que medir la intensidad de la UPE podría ayudar a detectar desequilibrios metabólicos o niveles elevados de estrés oxidativo, lo cual podría ser útil para monitorear enfermedades como el cáncer o el envejecimiento celular.

Los niveles de emisión varían no solo por la hora del día, sino también entre personas, y se han cuantificado entre 170 y 600 fotones por segundo por centímetro cuadrado, dependiendo de la zona del cuerpo. Estas cifras, aunque bajas, representan una actividad constante que refleja cómo funciona el cuerpo desde el interior, incluso cuando estamos en reposo.

Para captar esta luz, se requiere equipamiento especializado que puede detectar incluso un solo fotón. Por eso, aunque todos los seres humanos brillan en la oscuridad, esa luz queda fuera del alcance de nuestros sentidos. Sin embargo, para la ciencia, esta sutil luminiscencia podría convertirse en una nueva ventana para observar cómo se comporta el cuerpo en condiciones normales y ante ciertos trastornos.

¿Es la base científica de las “auras”?

En algunos círculos, este fenómeno ha sido comparado con la idea de las “auras” que supuestamente rodean a las personas. Si bien la ciencia no respalda la existencia de un aura espiritual visible, sí confirma que existe una emisión física de luz generada por procesos biológicos. Sin embargo, esta luz no tiene color, forma ni intensidad suficiente para ser vista por el ojo humano.

A pesar de lo fascinante del hallazgo, los expertos subrayan que no se trata de algo místico, sino de un fenómeno completamente natural relacionado con la química del cuerpo. La bioluminiscencia humana es una expresión más de cómo nuestro organismo interactúa con su entorno y refleja su funcionamiento interno a través de señales sutiles.

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En conclusión, el cuerpo humano brilla, aunque de forma casi imperceptible. Este descubrimiento no solo alimenta la curiosidad científica, sino que también abre posibilidades para futuras aplicaciones en el campo de la salud, donde la luz que emitimos podría convertirse en una herramienta para conocer más a fondo nuestro estado físico y metabólico.

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