La fibra dietética, una aliada olvidada para la salud a largo plazo
La fibra dietética es clave para prevenir enfermedades como las cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y la demencia, pero su consumo sigue siendo bajo.
CIUDAD DE MÉXICO.- En tiempos donde las enfermedades crónicas van en aumento, la alimentación vuelve a ocupar un lugar central como estrategia preventiva. Entre los nutrientes clave, la fibra dietética se destaca por sus múltiples beneficios comprobados, aunque sigue siendo uno de los más subestimados en la dieta diaria. Su presencia insuficiente en la mesa de millones de personas ha generado preocupación entre médicos y autoridades sanitarias.
Expertos advierten que su bajo consumo es un riesgo para la salud pública
Consumir la cantidad adecuada de fibra no solo favorece la salud intestinal. Estudios recientes confirman que también ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer, demencia y mejora la expectativa de vida. La gastroenteróloga Trisha Pasricha, en una columna publicada en The Washington Post, explicó cómo una dieta rica en fibra puede ser sencilla, placentera y constante.
Pasricha propuso una rutina alimentaria basada en tres pilares: facilidad, disfrute y superación de la meta diaria. Con este enfoque, busca romper el mito de que comer fibra significa renunciar al sabor o a comidas agradables. Por el contrario, demostró que es posible lograrlo sin grandes sacrificios.
Más que solo digestión: el verdadero impacto de la fibra
La fibra es una sustancia vegetal presente en frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales. Aunque tradicionalmente se relacionó con el tránsito intestinal, hoy se sabe que tiene un impacto mucho más amplio. Una alimentación rica en fibra puede reducir significativamente el riesgo de enfermedades graves y favorecer una vida más saludable y longeva.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos consuman al menos 25 gramos de fibra al día. En el caso de personas mayores de 50 años, la meta cambia: 21 gramos diarios para mujeres y 30 para hombres. Sin embargo, la mayoría de las personas no alcanza estos valores, lo que evidencia la necesidad de crear estrategias accesibles para mejorar su consumo.
Uno de los errores comunes es asociar la fibra únicamente con comidas poco atractivas, como ensaladas sin sabor o la eliminación de alimentos como el pan blanco. La clave está en hacer pequeños cambios sostenibles que no arruinen la experiencia de comer. Esto puede lograrse sin complicaciones ni sacrificios extremos.
Ejemplo práctico de una dieta rica en fibra
La doctora Pasricha compartió un menú diario que puede alcanzar entre 40 y 42 gramos de fibra, es decir, mucho más de lo recomendado. Por ejemplo, su desayuno incluye avena remojada con leche de avena y arándanos, sumando hasta 8.5 gramos. Para el almuerzo, sugiere lentejas con arroz integral o una ensalada de arroz con aderezo de anacardos, que pueden aportar hasta 11 gramos.
En los tentempiés, combina café con polvo de psyllium y anacardos, alcanzando otros 11 gramos. En la cena, espaguetis con albóndigas y arvejas o ñoquis con coles de Bruselas aportan entre 5.5 y 8.5 gramos. Finalmente, una fruta como la pera o dos kiwis puede añadir 6 gramos más. Así, incluso si se omite una comida, se mantiene un alto nivel de fibra.
Este menú demuestra que es posible alcanzar y superar la meta diaria sin perder el gusto por la comida. Además, ofrece flexibilidad para días con menos estructura, sin que eso implique alejarse del objetivo de una dieta saludable.
Cómo mejorar la alimentación sin complicarse
La clave para aumentar el consumo de fibra está en la variedad y la combinación de alimentos. Incluir frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales en diferentes momentos del día puede hacer una gran diferencia. Por ejemplo, la lechuga o la sandía tienen muy poca fibra, por lo que conviene acompañarlas con ingredientes más ricos en este nutriente, como los guisantes o los kiwis.
Otra recomendación útil es revisar las etiquetas nutricionales y buscar formas simples de enriquecer los alimentos comunes. Algo tan sencillo como agregar hummus a un sándwich o incluir avena en la masa de los panqueques puede mejorar considerablemente el aporte diario de fibra sin que se note en el sabor.
Los suplementos también son una opción válida y fácil de incorporar. Pasricha mencionó que suele mezclar cáscara de psyllium en su café y usar semillas de lino molidas en diferentes recetas. Estas prácticas demuestran que, con un poco de creatividad, aumentar la fibra no requiere complicaciones.
Una transición gradual, pero con grandes beneficios
Aunque los beneficios de una dieta alta en fibra son amplios, es importante hacer la transición de forma gradual. Aumentar la ingesta de fibra de golpe puede provocar hinchazón o malestar estomacal, por lo que los expertos recomiendan avanzar poco a poco para permitir que el cuerpo se adapte.
“La clave está en no rendirse. Aunque al principio pueda ser incómodo, los beneficios llegan con el tiempo”, explicó la especialista. Una vez que el organismo se acostumbra, los efectos positivos son evidentes: mejor digestión, más energía, menos riesgo de enfermedades y una mejor calidad de vida en general.
En resumen, consumir más fibra no es una meta difícil de alcanzar. Con cambios pequeños, prácticos y sabrosos, se puede lograr una mejora real y sostenible en la salud diaria.