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Debido a las redes sociales, las nuevas generaciones prefieren el autodiagnóstico en lugar de consultar a un médico, según expertos

Cada vez más jóvenes entre 18 y 34 años buscan consejos de salud en redes sociales y amigos, dejando en segundo plano a los médicos.

CIUDAD DE MÉXICO.- Un fenómeno silencioso pero creciente se consolida entre los jóvenes adultos: cada vez más personas de entre 18 y 34 años recurren a redes sociales, amigos e influencers para resolver dudas de salud, dejando de lado la opinión de médicos. De acuerdo con una encuesta global de Edelman citada por Newsweek, el 45% de este grupo confía más en su círculo cercano que en los profesionales, y el 38% da mayor credibilidad a lo que ve en redes que a una consulta médica.

Confianza en los pares por encima del médico

Este comportamiento se refleja especialmente en plataformas como TikTok. Según el Journal of Medical Internet Research, el 40% de los usuarios de entre 16 y 24 años busca información sobre síntomas médicos en esta red. TDAH, ansiedad y trastornos de la alimentación son algunos de los temas más consultados.

Especialistas como el Dr. Charles Carlsen, de DRSONO Medical, confirman este cambio: “He visto más jóvenes acudir a TikTok y chats grupales que llamar a un médico. La encuesta de Edelman refleja lo que vemos todos los días: los influencers pesan más que los doctores”. Para muchos jóvenes, las redes ofrecen respuestas rápidas y accesibles, aunque no siempre sean acertadas.

Consecuencias y riesgos reales

El cambio de hábitos va acompañado de una caída en la confianza hacia el sistema de salud. Una investigación del Pew Research Center revela que la confianza de los adultos jóvenes en la comunidad médica bajó 20 puntos en la última década, debido a percepciones de elitismo, altos costos y dificultad para acceder a consultas.

Esto ha traído consecuencias preocupantes. El Dr. Olalekan Otulana, del centro Cassiobury Court en Reino Unido, comenta que muchos pacientes jóvenes llegan a consulta con ideas preconcebidas que vieron en redes sociales. Si bien algunos contenidos han ayudado a detectar síntomas tempranos, la mayoría de los expertos coincide en que los riesgos superan los beneficios.

Según la revista Health Communication, los videos con desinformación médica obtienen hasta cinco veces más interacciones que aquellos basados en evidencia científica. Su éxito radica en lo emocional y anecdótico, mientras que el contenido verificado queda desplazado por los algoritmos de viralidad.

Problemas globales y falta de regulación

En América Latina, la situación también preocupa. La Sociedad Argentina de Pediatría alertó sobre el aumento de la automedicación infantil promovida por consejos sin respaldo profesional en redes sociales y grupos de mensajería. El fenómeno afecta sobre todo a temas de salud mental, donde los jóvenes se autodiagnostican con trastornos como TDAH o autismo sin evaluación clínica.

En el Reino Unido, el Royal College of Psychiatrists ha advertido del “efecto contagio” provocado por videos virales que describen síntomas sin contexto. En Estados Unidos, las clínicas de salud mental reportaron un aumento del 60% en las consultas tras la popularización de contenido con el hashtag #mentalhealthtips, aunque el 52% de estos videos contenía algún grado de desinformación.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya incluye la desinformación médica entre los diez principales riesgos globales para la salud. En América Latina, la falta de regulación específica agrava el problema, y la OPS ha instado a reforzar la alfabetización digital y los mecanismos de verificación en contenidos de salud.

La importancia de verificar fuentes

Algunas plataformas han empezado a tomar medidas. TikTok, por ejemplo, ha incorporado etiquetas que identifican fuentes confiables y redirigen a contenido verificado. Sin embargo, investigadores señalan que el algoritmo sigue priorizando la viralidad sobre la veracidad, lo que favorece la circulación de mensajes engañosos o incompletos.

Organizaciones como la Associated Press y FactCheck.org recomiendan desconfiar de afirmaciones demasiado buenas para ser verdad, especialmente si provienen de influencers sin formación médica o con intereses comerciales. Verificar la fuente es clave para evitar decisiones erróneas o peligrosas.

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Expertos coinciden en que, aunque el acceso rápido a información puede ser útil, no reemplaza la consulta con profesionales. La profesora Katherine Zeratsky, de la Mayo Clinic, resume: “Un único estudio no basta para considerar un tratamiento efectivo. La evaluación médica sigue siendo fundamental, sobre todo ante síntomas persistentes o graves”.

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