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La bacteria causante de la tuberculosis “se hace la muerta” para sobrevivir ante las vacunas, según la ciencia

Mycobacterium tuberculosis, puede “hacerse la muerta” para evadir el sistema inmunológico, incluso en personas vacunadas.

La bacteria causante de la tuberculosis “se hace la muerta” para sobrevivir ante las vacunas, según la ciencia

CIUDAD DE MÉXICO.- Aunque muchos la consideran una enfermedad del pasado, la tuberculosis sigue cobrando más de un millón de vidas cada año. En algunos países, la imagen de sanatorios antiguos y pacientes aislados ha contribuido a la idea de que se trata de un problema superado. Sin embargo, el bacilo que causa esta enfermedad, Mycobacterium tuberculosis, continúa circulando de forma activa en el mundo entero.

Una amenaza que persiste

Un nuevo estudio científico revela que esta bacteria ha desarrollado una sorprendente capacidad para evitar ser eliminada, incluso en organismos ya vacunados. La investigación, publicada en la revista npj Vaccines, muestra que el bacilo puede “hacerse el muerto”, es decir, entrar en un estado de inactividad para esquivar al sistema inmunológico. El hallazgo fue realizado mediante análisis genéticos en ratones por investigadores de universidades como Tufts, Utah y Harvard.

La vacuna más usada, conocida como BCG, se aplica a más de 100 millones de bebés cada año y protege eficazmente en la infancia contra las formas graves de la enfermedad. Sin embargo, su efectividad en adultos, especialmente frente a la tuberculosis pulmonar, es mucho más baja. Esto se debe en parte a que, hasta ahora, no se comprendía del todo cómo la bacteria lograba sobrevivir en un cuerpo vacunado.

Una táctica de evasión genética

Para entender esta resistencia, los científicos emplearon una técnica de secuenciación genética llamada TnSeq, que permite estudiar qué genes utiliza la bacteria en distintas condiciones. En ratones vacunados, el bacilo dejó de usar muchos de los genes esenciales en infecciones agudas y, en cambio, activó otros relacionados con el estrés y la “hibernación”. Es decir, en vez de atacar, el microorganismo opta por esconderse y aguantar hasta que el sistema inmunológico baje la guardia.

Esto explica por qué la tuberculosis puede reactivarse años después de una infección o vacunación previa. En lugar de ser destruida por las defensas del cuerpo, la bacteria adapta su genética para resistir condiciones adversas. Este comportamiento, aunque parezca figurado, tiene una base molecular concreta: el bacilo desactiva sus genes más agresivos y prioriza mecanismos de supervivencia silenciosa.

Una observación clave fue que la bacteria deja de necesitar ciertos genes relacionados con la obtención de nutrientes, lo que sugiere que reduce su metabolismo al mínimo para no ser detectada. Así, puede permanecer latente en los pulmones durante años, sin causar síntomas ni ser eliminada por el sistema inmune.

Implicaciones para nuevas vacunas

Este hallazgo representa un gran reto para el desarrollo de vacunas más efectivas. No basta con lograr una fuerte respuesta inmunitaria si el patógeno puede simplemente “esperar” a que pase el peligro. De hecho, el estudio demostró que la bacteria reacciona de forma distinta según el tipo de vacuna utilizada, lo que sugiere que se adapta con facilidad a diversas presiones inmunológicas.

El equipo científico comparó distintas estrategias de inmunización —incluyendo métodos experimentales y diferentes vías de aplicación— y en todas, el bacilo mostró una notable flexibilidad genética. Esto indica que una única vacuna podría no ser suficiente, y que tal vez se necesiten combinaciones de vacunas y tratamientos que obliguen a la bacteria a salir de su escondite.

Aunque estos experimentos se realizaron en modelos animales, sus resultados podrían abrir la puerta a nuevas terapias. Al identificar los genes que la bacteria activa en su estado de “hibernación”, los investigadores podrían desarrollar medicamentos o adyuvantes que la obliguen a reactivarse, facilitando su eliminación.

Un paso más cerca de la solución

Además de posibles medicamentos, este conocimiento podría aplicarse para diseñar pruebas más eficaces que detecten infecciones latentes. Actualmente, uno de los grandes desafíos en salud pública es identificar a las personas que portan la bacteria sin síntomas, pero que pueden desarrollar la enfermedad años después o contagiar a otros.

Según los autores del estudio, es crucial comprender cómo el bacilo escapa del sistema inmune para diseñar soluciones más duraderas. Esta perspectiva, centrada en el comportamiento de la bacteria y no solo en la respuesta del cuerpo humano, podría marcar una diferencia significativa en la lucha contra la tuberculosis.

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En resumen, aunque aún no se ha vencido a esta enfermedad, investigaciones como esta aportan pistas valiosas. Saber que Mycobacterium tuberculosis puede “hacerse la muerta” nos recuerda que no basta con atacar al enemigo: también hay que impedir que se oculte. Con este nuevo conocimiento, se abre una oportunidad para diseñar vacunas más inteligentes y tratamientos más eficaces.

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