En esta isla está prohibido morir
Los habitantes graves son trasladados a la Noruega continental para evitar riesgos sanitarios.
CIUDAD DE MÉXICO.- En el extremo norte de Europa, en el archipiélago de Svalbard, Noruega, se encuentra Longyearbyen, un pueblo con poco más de 2,500 habitantes donde existe una ley muy peculiar: está prohibido morir en su territorio. Aunque parece una norma extraña e inverosímil, esta prohibición responde a razones muy concretas relacionadas con la geografía y el clima extremos de la región.
Una prohibición con fundamento geográfico y sanitario
En Svalbard, el suelo está permanentemente congelado en lo que se conoce como permafrost. Esto provoca que los cuerpos de las personas fallecidas no se descompongan de manera natural, quedando preservados casi intactos por largos periodos. Esta condición puede resultar peligrosa, ya que los cadáveres pueden albergar microorganismos patógenos, algunos capaces de provocar enfermedades que afectarían a la comunidad.
Por estas razones, las autoridades decidieron desde la década de 1950 prohibir el fallecimiento en Longyearbyen. Cuando alguien sufre una enfermedad grave o está cerca de morir, es trasladado a hospitales en la Noruega continental para recibir atención y eventualmente fallecer fuera del archipiélago, evitando así los riesgos sanitarios derivados del permafrost.
Condiciones extremas y una naturaleza implacable
La vida en Longyearbyen está marcada también por fenómenos naturales singulares. Como en todas las zonas cercanas a los polos, la luz solar no sigue un ciclo normal. Desde mediados de abril hasta mediados de agosto, el sol permanece visible las 24 horas del día, creando un fenómeno conocido como el sol de medianoche, con temperaturas que pueden alcanzar hasta 16 grados Celsius.
En contraste, desde mediados de octubre hasta mediados de febrero, la oscuridad es total y las temperaturas caen hasta los -30 grados Celsius. Esta larga temporada de noche y frío extremo dificulta aún más la vida en la región. A esto se suma otro riesgo: en Svalbard hay más osos polares que habitantes humanos, lo que obliga a la población a estar alerta constante ante posibles encuentros peligrosos con esta fauna salvaje.
Estas condiciones climáticas y naturales convierten a Longyearbyen en un lugar único y desafiante, donde las decisiones legales, como la prohibición de morir en el pueblo, están profundamente ligadas al entorno en el que se encuentran.
Un patrimonio global bajo tierra: el Banco Mundial de Semillas
Además de su singular ley, Longyearbyen es conocido mundialmente por albergar el Banco Mundial de Semillas, un búnker subterráneo construido a gran profundidad en la isla Spitsbergen, la mayor del archipiélago de Svalbard. Esta instalación, financiada por el gobierno noruego, guarda aproximadamente un millón de variedades de semillas provenientes de todo el mundo.
El propósito del Banco Mundial de Semillas es preservar la biodiversidad vegetal para futuras generaciones, especialmente ante posibles desastres naturales, guerras o fallas en otros bancos de semillas alrededor del planeta. Es una especie de “caja fuerte” global que busca garantizar la continuidad agrícola y ecológica en situaciones extremas.
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Así, Longyearbyen no solo destaca por sus leyes peculiares y condiciones naturales, sino también por su papel estratégico en la conservación mundial de la biodiversidad, consolidándose como un sitio de gran importancia para la humanidad.