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Por qué la piel se siente tirante tras nadar en el mar, según la ciencia

Un estudio confirmó que la sensación de tirantez en la piel tras nadar en el mar no es solo una impresión: el agua salada endurece la capa externa de la piel y acelera su deshidratación.

Por qué la piel se siente tirante tras nadar en el mar, según la ciencia

CIUDAD DE MÉXICO.- Esa sensación de piel seca y tirante después de un baño en el mar no es imaginación ni exageración. Investigadores de la Universidad de Binghamton, en Nueva York, demostraron que el agua salada altera físicamente la estructura externa de la piel, conocida como estrato córneo. Este hallazgo, publicado en Journal of the Mechanical Behavior of Biomedical Materials, confirma que la rigidez que sentimos tras nadar tiene un origen real y medible.

Un mito playero que la ciencia acaba de confirmar

El estrato córneo, aunque delgado y compuesto por células muertas, cumple una función clave: evitar la pérdida de agua y proteger contra agentes externos. Al estar en contacto con agua salada, esta capa se vuelve más rígida y acumula mayor tensión al secarse. En consecuencia, la piel se reseca más rápido y queda vulnerable a la deshidratación.

El estudio se basó en pruebas con muestras de piel humana expuestas tanto a agua desionizada como a agua con sal similar a la del mar. Los investigadores midieron dos variables importantes: la rigidez del tejido y el “estrés de secado”. En ambos casos, la exposición al agua salada generó un aumento significativo, lo que explica esa sensación de opresión que muchos experimentan tras nadar.

La sal como deshidratante natural

Lo que hace que el agua salada afecte tanto la piel es una propiedad del cloruro de sodio llamada humedad de delicuescencia. A cierta humedad ambiental, la sal absorbe agua del entorno. Pero en lugares secos y soleados —como una playa— esa sal sobre la piel, en lugar de hidratarse del aire, extrae humedad directamente de la piel.

Esto genera un efecto de secado acelerado que no solo endurece el tejido, sino que también lo somete a una tensión constante. Aunque no se vean daños a simple vista, esta tensión puede debilitar la barrera cutánea y aumentar el riesgo de pequeñas fisuras o entrada de agentes irritantes. Es decir, la sensación incómoda no es solo eso: puede tener consecuencias reales para la salud de la piel.

Además, los efectos se presentan en poco tiempo y no dependen de la edad ni del tipo de piel. Basta con una breve exposición al agua de mar para que los cambios en la mecánica de la piel sean detectables. Lo que antes se consideraba una simple molestia ahora se entiende como una reacción biológica ante la química del entorno.

Cuidados simples con efectos duraderos

Aunque para la mayoría esta tirantez no representa un problema grave, en personas mayores o con afecciones de la piel puede provocar resequedad extrema, grietas o infecciones. En estos casos, la repetida exposición al agua salada sin cuidados posteriores puede debilitar la piel a largo plazo. Sumado a otros factores como el viento o el sol, el riesgo aumenta.

La buena noticia es que prevenir este efecto es sencillo: basta con ducharse después de salir del mar. El agua elimina los residuos de sal que, de otra forma, seguirían extrayendo humedad de la piel incluso después de secarse. Es un paso simple que ayuda a restaurar el equilibrio natural de la piel y evitar molestias innecesarias.

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Según el científico Guy K. German, responsable del estudio, este tipo de investigaciones nos recuerda que incluso en actividades cotidianas como ir a la playa, hay ciencia en acción. Lo que sentimos tiene explicación, y conocerla puede ayudarnos a cuidar mejor de nuestro cuerpo. Como dice German: “Solo tienes que ducharte”. Y con eso basta para que tu piel vuelva a sentirse bien.

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