¿Cuáles son los efectos del ajo crudo en el cuerpo?
El ajo crudo, usado desde la antigüedad como medicina natural, ha demostrado tener múltiples beneficios para la salud, gracias a un compuesto llamado alicina que se activa al triturarlo.
CIUDAD DE MÉXICO.- El ajo, conocido científicamente como Allium sativum, ha sido utilizado desde tiempos antiguos tanto en la cocina como en la medicina natural. A pesar de su sabor intenso y su olor característico, este bulbo sigue ganando popularidad gracias a su impresionante perfil nutricional, especialmente cuando se consume crudo y recién picado. Diversos estudios recientes han confirmado que sus beneficios van mucho más allá de ser un simple condimento.
Un aliado milenario para la salud
Entre sus efectos positivos destaca su capacidad para fortalecer el sistema inmunológico, actuar como antimicrobiano natural y reducir procesos inflamatorios. Todo esto se debe, en gran parte, a sus compuestos sulfurados, los cuales juegan un papel importante en la regulación celular y en la defensa contra infecciones. Además, estos compuestos ayudan a combatir el estrés oxidativo, un factor relacionado con el envejecimiento y diversas enfermedades.
Un metaanálisis publicado en la revista Nutrients, que revisó 29 ensayos clínicos con más de 1,500 personas, demostró que consumir ajo crudo puede reducir la presión arterial, disminuir el colesterol LDL (el llamado colesterol “malo”) y mejorar la sensibilidad a la insulina. Estos hallazgos lo colocan como un posible apoyo tanto en la prevención de enfermedades cardiovasculares como en el tratamiento complementario de la diabetes tipo 2.
El secreto está en la alicina
El verdadero poder del ajo crudo radica en la alicina, una sustancia volátil que no está presente en el bulbo intacto, sino que se genera al cortarlo, triturarlo o masticarlo. Esta reacción química forma parte del mecanismo de defensa de la planta, pero en el cuerpo humano produce efectos sorprendentes: antibacterianos, antivirales, antifúngicos, antiinflamatorios y cardioprotectores, según explica Meteored.
La alicina actúa contra bacterias, virus y hongos comunes, y bloquea rutas celulares relacionadas con la inflamación crónica, como la vía NF-kB. También previene la formación de coágulos y mejora la circulación sanguínea, lo que explica sus beneficios cardiovasculares. Sin embargo, es un compuesto inestable que se destruye con el calor, por lo que su eficacia disminuye al cocinar el ajo.
Además, un estudio de la Universidad de Maryland Medical Center destacó las propiedades antioxidantes de la alicina, que ayudan a neutralizar los radicales libres responsables del daño celular y de muchas enfermedades crónicas. Esto convierte al ajo crudo en una herramienta preventiva frente al envejecimiento prematuro y ciertas afecciones degenerativas.
Cómo consumirlo de forma segura
Para activar sus propiedades curativas, es importante triturar, picar o machacar el ajo fresco y dejarlo reposar entre 5 y 10 minutos antes de comerlo. Esta pausa permite que se forme la alicina de manera efectiva. Se puede consumir solo o incorporarlo en platillos fríos como ensaladas, guacamole, hummus o pan con aceite de oliva, evitando siempre el calor para conservar su poder terapéutico.
La recomendación general es consumir entre uno y dos dientes de ajo crudo al día, lo que equivale a 3 a 6 gramos. Esta dosis ha mostrado efectos positivos sin representar riesgos para la mayoría de las personas. Sin embargo, quienes padecen úlceras, gastritis o colon irritable deben tener precaución, ya que el ajo crudo puede irritar la mucosa digestiva.
También se debe tener cuidado en caso de tomar anticoagulantes, ya que el ajo puede potenciar su efecto debido a su acción antiagregante. Para estos casos, una alternativa viable es el ajo negro, una versión fermentada más suave para el estómago pero rica en antioxidantes. Otra opción son los suplementos, aunque su efectividad varía según la calidad y concentración de alicina activa que contengan.