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¿Cuál es el ‘lore’ detrás del rodaje de Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola?

Filmada en la selva filipina con un presupuesto desbordado, problemas de salud, drogas y desastres naturales, la producción se volvió casi tan caótica como la guerra de Vietnam que intentaba retratar.

¿Cuál es el ‘lore’ detrás del rodaje de Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola?

CIUDAD DE MÉXICO.- En 1979, tras la proyección de Apocalypse Now en el Festival de Cannes, Francis Ford Coppola declaró: “Estábamos en la selva. Éramos demasiados. Tuvimos acceso a demasiado dinero, demasiado equipo y, poco a poco, nos volvimos locos”. La frase resumía una de las producciones más caóticas en la historia del cine. Aunque la prensa ya había reportado varios contratiempos durante el rodaje, no fue sino hasta 1991, con el documental Corazones de las tinieblas: el Apocalipsis de un cineasta, que el público pudo dimensionar la magnitud del desorden.

Caos en la jungla, cine en el límite

Este documental, armado con el material grabado por Eleanor Coppola, esposa del director, muestra la tensión emocional, el descontrol y las decisiones extremas que rodearon la creación de una cinta ambiciosa y desbordada. Dirigido por Fax Bahr y George Hickenlooper, el proyecto rescató más de 80 horas de metraje, muchas veces fuera de foco o con audio inestable, pero que capturaban una visión íntima de un equipo desbordado por su propia empresa.

Ahora, con una restauración en 4K, el documental regresa a las salas de cine de Estados Unidos y Reino Unido. Bahr recuerda el impacto de ver las imágenes por primera vez: “Era una absoluta mina de oro”, comentó a la BBC. Para él, el verdadero milagro no fue la calidad visual, sino el hecho de que la película Apocalipsis Now lograra existir pese a todo.

Un rodaje marcado por el desastre

La filmación comenzó en marzo de 1976 en Filipinas con un plan de cinco meses, pero terminó durando más de un año. En ese tiempo, Coppola despidió a Harvey Keitel y lo reemplazó por Martin Sheen, quien poco después sufrió un infarto. La escenografía fue destruida por un tifón, y varios miembros del elenco se enfermaron o se perdieron en fiestas y consumo de drogas.

Marlon Brando llegó al set pasado de peso y sin haber leído el guion, lo que obligó a una reescritura completa del final. El presupuesto se disparó tanto que Coppola decidió financiar el proyecto con su propio dinero, una jugada que lo habría dejado en bancarrota si la película no hubiera tenido éxito. Aun así, el director llegó a pensar que solo tenía un 20% de posibilidades de lograr algo coherente.

Para el fotógrafo Chas Gerretsen, que documentó el rodaje, las similitudes con Vietnam eran inquietantes. “Vietnam fue una locura, Apocalypse Now tan sólo un poco menos”, dijo. Las condiciones del entorno, la humedad extrema, los insectos y el aislamiento afectaron profundamente al equipo. Algunos buscaban consuelo viendo aviones despegar hacia casa; otros, como el actor Damien Leake, encontraron belleza en la experiencia.

Una obra que rozó la locura y alcanzó la genialidad

Leake recuerda su participación como las tres semanas “más gloriosas” de su vida. A pesar del entorno adverso, destacó el compromiso total de los actores con Coppola. “Los actores atravesarían el fuego por Francis”, afirmó. Sin embargo, para el director, el final seguía siendo un tormento. En sus propias palabras, no encontraba manera de cerrar la historia, y llegó a decir: “No puedo escribir un final para esta película”.

Aún fuera de la selva, los problemas no cesaron. Durante la posproducción, uno de los editores se llevó una copia del documental y amenazó con destruirlo escena por escena. Bahr tuvo que enfrentar este y otros obstáculos mientras estructuraba el relato final. El resultado fue una narrativa donde el caos y la creatividad se entrelazan de forma cruda y honesta.

El mayor acierto fue integrar las grabaciones de audio que Eleanor hizo de su esposo. Esas pistas revelan al Coppola más humano: vulnerable, ansioso, exhausto. Para Bahr, esto aportó un nivel de intimidad imposible de lograr de otra forma. Y aunque Apocalipsis Now es una obra en sí misma, Bahr considera que su documental es el complemento indispensable para comprenderla a fondo.

Una experiencia irrepetible, una lección imborrable

Coppola permitió que Bahr y Hickenlooper trabajaran sin restricciones, con una sola condición: que contaran la historia con honestidad. La narración, finalmente, fue grabada por Eleanor, quien había vivido en carne propia la transformación de una producción en un laberinto emocional y físico. Su perspectiva marcó el tono íntimo y genuino del documental.

Bahr considera que Apocalipsis Now fue una empresa única, irrepetible, que jamás podría realizarse hoy. No solo por los riesgos financieros, sino por la ambición misma del proyecto. Para él, Coppola quiso que su equipo viviera Vietnam, no solo lo representara. La intensidad de esa apuesta aún resuena en quienes estuvieron allí.

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Chas Gerretsen, por su parte, asegura que sus recuerdos del rodaje se confunden con los de las guerras que cubrió como fotoperiodista. “La locura de la guerra todavía sigue con nosotros”, reflexiona. Así, Apocalypse Now no solo es una película sobre la guerra, sino también un testimonio de cómo una visión artística puede empujar a todos al límite —y, al mismo tiempo, crear algo inmortal.

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