¿La depresión se puede contagiar? Lo que dice la ciencia sobre el “contagio emocional”
Aunque la depresión no se contagia como un virus, expertos señalan que puede propagarse emocionalmente.

CIUDAD DE MÉXICO.- Aunque la depresión no se transmite como un virus, expertos coinciden en que sí puede “contagiarse” emocionalmente. Esto sucede porque el estado de ánimo de una persona deprimida puede afectar a quienes conviven o están emocionalmente cerca de ella. De forma similar a como se contagian la risa o el entusiasmo, también pueden extenderse la tristeza, el desánimo o la irritabilidad.
El estado de ánimo también influye en los demás
La psiquiatra Alejandra Gómez, de la Asociación Psicoanalítica Argentina, explica que la depresión es un estado mental caracterizado por tristeza, anhedonia (pérdida de placer), alteraciones en el sueño y apetito, síntomas físicos y un deterioro en las relaciones sociales. En ambientes donde predomina este malestar, pueden generarse vínculos “desvitalizados”, donde el desánimo se vuelve parte del entorno cotidiano.
Convivir con alguien en ese estado puede provocar, en personas con cierta vulnerabilidad emocional, sentimientos de angustia, encierro, soledad o incluso desesperanza. Según Gómez, esto no es un contagio literal, sino el resultado de estar inmerso en un entorno emocionalmente negativo que influye en el bienestar de los demás.
Cómo se manifiesta el contagio emocional
El psicólogo clínico Pablo Rafael Santángelo, de la Fundación Aiglé, coincide en que la cercanía emocional con alguien deprimido puede impactar en la salud mental de otras personas. Lo llama “contagio emocional”, y señala que se da por empatía, especialmente cuando la convivencia se prolonga en ambientes donde predominan emociones como la tristeza o la irritabilidad.
Este tipo de influencia puede alterar el equilibrio emocional y hasta neuroquímico de quien acompaña a la persona afectada. Niveles alterados de serotonina y cortisol, por ejemplo, pueden surgir tras una exposición prolongada a estos entornos. Incluso estudios científicos han encontrado que los síntomas de depresión y ansiedad pueden reflejarse entre parejas que conviven, compartiendo desde emociones hasta ciertos patrones biológicos.
La psicóloga Hillary Ammon, especialista en bienestar emocional, añade que estas influencias también se reflejan en la conducta. Por ejemplo, si una persona come más por ansiedad o tristeza, su pareja podría empezar a hacer lo mismo sin notarlo. De manera similar, una persona ansiosa puede transferir sus miedos a quien la acompaña, como sucede con el miedo a conducir o viajar.
Proteger la salud emocional sin dejar de apoyar
Los expertos coinciden en que es importante reconocer cuándo el malestar de otra persona comienza a afectar el bienestar propio. Señales como la irritabilidad, la fatiga constante, la dificultad para concentrarse o perder el interés en actividades agradables pueden indicar que algo no anda bien.
En estos casos, la recomendación es buscar ayuda profesional, tanto para la persona que enfrenta la depresión como para quien la acompaña. Hablar de lo que sucede y poner en palabras los sentimientos puede ser el primer paso para encontrar una salida. Un terapeuta puede ayudar a identificar las causas del malestar y proponer estrategias de cuidado emocional para todos los involucrados.
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Por último, Santángelo subraya la importancia del autocuidado: establecer límites claros, mantener rutinas, conservar espacios de bienestar personal, fomentar el contacto con otras personas y, sobre todo, no intentar resolver solo el problema del otro. Acompañar no significa absorber, y para poder cuidar a alguien más, es fundamental cuidar de uno mismo primero.
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