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Nueva advertencia urgente de científicos sobre el “riesgo oculto” de los cigarrillos electrónicos y vapeadores

Un nuevo estudio reveló que algunos cigarros electrónicos desechables liberan niveles peligrosos de metales tóxicos como plomo, níquel y antimonio, superando incluso a los cigarros tradicionales en toxicidad.

CIUDAD DE MÉXICO.- Los cigarros electrónicos se presentaron al principio como una forma moderna y supuestamente más segura de dejar de fumar. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta idea ha perdido fuerza. De acuerdo con investigaciones recientes, la mayoría de los fumadores adultos que prueban los vapes terminan usando ambos productos —cigarros y vaporizadores—, mientras que muchos adolescentes que nunca fumaron han comenzado a consumir nicotina por medio del vapeo.

Más que una alternativa, una nueva amenaza

Actualmente, se estima que alrededor de 11 millones de personas en Estados Unidos vapean con regularidad. Aunque los vapes se consideran menos dañinos que los cigarros tradicionales porque no queman tabaco —lo que genera alquitrán y muchas sustancias cancerígenas—, la evidencia científica apunta a que tampoco son seguros. Un nuevo estudio, publicado en la revista ACS Central Science, reveló que algunos dispositivos electrónicos liberan cantidades alarmantes de metales tóxicos.

Uno de los hallazgos más sorprendentes es que ciertos modelos de vapes desechables pueden liberar más plomo en un solo día que el equivalente a fumar 20 paquetes de cigarros. Brett Poulin, investigador principal del estudio y profesor en la Universidad de California en Davis, advirtió que los niveles encontrados de plomo, níquel y antimonio en estos productos representan un riesgo grave para la salud, incluso más peligroso que el de los cigarros convencionales.

Investigación impulsada por la preocupación personal

El estudio fue dirigido por Mark Salazar, estudiante de doctorado en el laboratorio de Poulin, quien decidió investigar después de preocuparse por lo que su amigo —usuario de vapeadores— podría estar inhalando. Al analizar un cartucho desechable en el laboratorio, Salazar quedó impactado: los niveles de plomo eran tan elevados que creyó que el instrumento de medición estaba descompuesto. Esa sorpresa los motivó a analizar más dispositivos.

Los investigadores examinaron siete modelos de vapes desechables de tres marcas populares: Esco Bar, Flum Pebble y ELF Bar. Descubrieron que estas unidades contienen toxinas directamente en el líquido o que los metales se filtran desde los componentes del dispositivo hacia el líquido, y de ahí pasan al vapor que se inhala. Entre las sustancias encontradas se incluyen níquel y antimonio —relacionados con el cáncer—, así como emisiones de plomo que pueden afectar el cerebro y los pulmones.

De manera preocupante, los modelos más nuevos y desechables liberan más metales tóxicos que los vapes recargables antiguos. Esto sugiere que el problema podría empeorar con el avance del diseño de estos productos, en lugar de mejorar. Según los investigadores, se necesita más vigilancia científica y una regulación urgente para evitar daños a largo plazo en la población, especialmente en los jóvenes.

Urgencia por una regulación más estricta

Aunque tanto el gobierno federal de Estados Unidos como el estado de Nueva York implementaron restricciones a la venta de vapes con sabor en 2020, estas medidas no han sido realmente aplicadas. El mercado sigue creciendo, y cada vez aparecen más productos nuevos sin la supervisión suficiente. Esto ha generado un vacío donde los consumidores están expuestos a riesgos que ni siquiera conocen.

Los autores del estudio hacen un llamado a la acción urgente por parte de las autoridades para regular la venta y producción de estos dispositivos, particularmente los desechables. Mientras tanto, recomiendan que los usuarios, especialmente adolescentes y jóvenes adultos, sean conscientes de los riesgos invisibles que implican estos productos, que muchas veces se perciben como inofensivos.

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El vapeo, lejos de ser una solución segura, podría estar abriendo la puerta a una nueva crisis de salud pública, marcada por la exposición a sustancias neurotóxicas y cancerígenas. Esta evidencia refuerza la necesidad de una conversación más seria y transparente sobre los verdaderos efectos del vapeo.

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