Es posible que nuestro cerebro invente recuerdos y los tomemos como reales, como lo demostró un experimento psicológico

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante su doctorado, la psicóloga Julia Shaw logró que un grupo de estudiantes universitarios recordara con lujo de detalles situaciones que nunca vivieron, como haber cometido delitos o ser atacados por animales. A pesar de tener buena memoria, los participantes construyeron recuerdos falsos con sorprendente facilidad. Esto se consiguió mediante una combinación de información proporcionada por los padres, lenguaje sugestivo y ejercicios guiados de imaginación.

La mente puede engañarnos

Según explicó Shaw, la memoria autobiográfica —aquella relacionada con experiencias personales— es particularmente vulnerable a la distorsión. Recordar no es como reproducir un video del pasado, sino un proceso complejo que involucra emociones, sensaciones y percepciones, lo que lo vuelve propenso a errores. La psicóloga recalcó que cada vez que evocamos un recuerdo, lo reconstruimos, y esa reconstrucción puede modificarlo.

Al final del estudio, el 70% de los voluntarios relató con confianza experiencias que nunca ocurrieron. Shaw aseguró que la cantidad de detalles que ofrecieron superó sus expectativas, y que ninguno de los participantes se enojó al descubrir la verdad, sino que muchos se sintieron aliviados. Esto evidenció la facilidad con la que el cerebro humano puede ser influido, incluso sin mala intención.

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¿Cuáles son los efectos en el cerebro de tener un momento “eureka”?

Un fenómeno con implicaciones legales

Shaw explicó que todos tenemos recuerdos falsos, incluso quienes creen tener una excelente memoria. Esto se debe a que solemos incorporar fragmentos de relatos ajenos o de fuentes externas al reconstruir nuestras experiencias. Aunque puede parecer preocupante, la especialista lo considera una muestra de la inteligencia humana: el cerebro no fue hecho para grabar el pasado con exactitud, sino para adaptarse al presente y resolver problemas futuros.

Este fenómeno no solo interesa a la psicología, sino también al ámbito judicial. En interrogatorios, el uso de preguntas sugestivas puede alterar la memoria de los testigos y acusados. Por ello, Shaw y otras expertas como Elizabeth F. Loftus han sido llamadas a declarar en juicios importantes. Su trabajo ha servido para cuestionar la fiabilidad de testimonios cuando no existen pruebas físicas que los respalden.

La doctora Loftus, pionera en el estudio de la memoria, describió los recuerdos como “una criatura parecida a una ameba”: cambiante, moldeable y vulnerable a la influencia. Su investigación ayudó a demostrar que los testimonios no siempre son reflejos fieles del pasado, lo que ha influido en cómo se valoran legalmente.

Cómo proteger nuestros recuerdos

El lenguaje utilizado durante un interrogatorio puede modificar la manera en que una persona recuerda un hecho. Preguntas mal formuladas o con carga emocional pueden inducir a errores sin que la persona lo note. Por eso, tanto Shaw como Loftus han sido contratadas por equipos de defensa para introducir dudas razonables sobre testimonios en casos complejos, como los de Bill Cosby o Harvey Weinstein.

En sistemas acusatorios, donde se requiere probar la culpabilidad más allá de toda duda razonable, la ciencia detrás de los recuerdos falsos cobra especial relevancia. Shaw reconoce que esto puede causar inquietud, sobre todo en delitos donde el testimonio de la víctima es la prueba principal. Sin embargo, insiste en que no se debe desechar el valor probatorio de los recuerdos, sino comprender cómo funcionan.

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La psicóloga recomienda registrar por escrito los eventos importantes poco después de que suceden, como una forma de preservar la memoria original lo más fielmente posible. También subraya la necesidad de que el público esté informado sobre cómo se forman, se alteran y se distorsionan los recuerdos. Así, no solo se puede fortalecer la justicia, sino también mejorar nuestra relación con el pasado.