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El impacto del sueño en el cuerpo: esto es lo que ocurre mientras duermes

Dormir no es solo un descanso, sino un proceso activo que cumple funciones esenciales para el cerebro y el cuerpo.

CIUDAD DE MÉXICO.- Dormir no es simplemente “desconectarse” del mundo por unas horas. Es una necesidad biológica que cumple funciones clave en el bienestar general. Según datos de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, una persona pasa cerca de un tercio de su vida durmiendo. Lejos de ser tiempo perdido, este período representa una etapa de intensa actividad cerebral, especialmente durante la fase de ensoñación.

El sueño: un proceso activo que sostiene la salud física y mental

Durante el sueño, el cerebro consolida recuerdos, fortalece las conexiones neuronales y facilita el aprendizaje. Además, es cuando se limpian las toxinas que se acumulan durante el día. La falta de descanso afecta funciones como la concentración, la rapidez de respuesta y la memoria, lo que puede repercutir en todos los aspectos de la vida diaria.

Un artículo del Instituto Nacional de Salud (NIH) destaca que el sueño no solo permite el descanso físico, sino que también es crucial para el funcionamiento cerebral. Incluso mientras el cuerpo reposa, las neuronas continúan comunicándose entre sí para mantener el equilibrio del sistema nervioso y otras funciones esenciales.

El papel del cerebro en el ciclo del sueño

El control del sueño no ocurre por azar: al menos seis partes del cerebro están implicadas en este proceso. Una de ellas es el hipotálamo, una pequeña pero poderosa estructura que alberga el núcleo supraquiasmático. Este núcleo recibe señales de luz desde los ojos y regula los ritmos de sueño y vigilia, avisando al cuerpo cuándo es momento de dormir o mantenerse alerta.

Otra estructura clave es el tronco encefálico, ubicado en la base del cerebro. Este se comunica con el hipotálamo para coordinar los cambios entre la vigilia y el sueño. Ambos generan ácido gamma-aminobutírico (GABA), una sustancia química que reduce la actividad de los centros cerebrales responsables de mantenernos despiertos.

La glándula pineal, por su parte, también desempeña un papel importante. Situada entre los dos hemisferios cerebrales, se activa al recibir señales del núcleo supraquiasmático y produce melatonina, la hormona que favorece la aparición del sueño, especialmente cuando hay poca luz.

Las fases del sueño y su impacto en el cuerpo

El sueño está compuesto por varias etapas, y una de las principales es la fase no REM, que consta de tres subfases. En la primera, el cuerpo empieza a relajarse, con una respiración más lenta y una reducción en la actividad ocular. En la segunda, disminuyen la temperatura corporal y las ondas cerebrales, preparando al cuerpo para el descanso profundo.

La tercera subfase es conocida como sueño profundo. Aquí, el ritmo cardiaco y la respiración bajan notablemente, los músculos se relajan por completo y el cuerpo se recupera del desgaste diario. Esta etapa es crucial para despertar con energía y sentirse renovado al día siguiente.

Posteriormente llega la fase REM, alrededor de 90 minutos después de quedarse dormido. En este punto, los ojos se mueven rápidamente bajo los párpados, las ondas cerebrales se asemejan a las de la vigilia y el cuerpo experimenta respiración irregular y un aumento de la frecuencia cardiaca. Durante esta fase, el tronco encefálico bloquea la actividad muscular para evitar movimientos involuntarios mientras soñamos.

El sueño, un regulador de la salud integral

El tálamo también se activa durante el sueño REM. Esta estructura actúa como un filtro de la información sensorial que llega al cerebro, regulando lo que se procesa durante el descanso. Esto explica por qué, incluso al dormir profundamente, el cerebro sigue registrando algunos estímulos del entorno.

Aunque es el cerebro quien dirige la orquesta del sueño, su influencia se extiende a todo el cuerpo. Expertos señalan que el sueño afecta desde el sistema cardiovascular hasta la función pulmonar, el metabolismo, el sistema inmunitario y el estado de ánimo. La calidad del descanso también influye en la capacidad del cuerpo para defenderse de enfermedades.

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Por ello, dormir bien no es solo una cuestión de sentirse menos cansado, sino de proteger la salud en un sentido amplio. Comprender cómo funciona el sueño y qué estructuras están involucradas puede ayudar a tomar decisiones más conscientes sobre nuestros hábitos de descanso y su impacto a largo plazo.

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