Casi la mitad de los adolescentes presenta uso adictivo de pantallas: estos son los riesgos para su salud mental
Un estudio de JAMA Pediatrics reveló que casi la mitad de los adolescentes presenta un uso adictivo de pantallas, lo cual se asocia con mayor riesgo de trastornos mentales y conductas suicidas.

CIUDAD DE MÉXICO.- Aunque muchas familias atribuyen los efectos del uso de pantallas en niños y adolescentes a cuestiones como mala postura, fatiga visual o dificultades de concentración, diversos estudios señalan riesgos mucho más serios. La exposición a celulares, redes sociales y videojuegos desde edades tempranas puede estar relacionada con problemas emocionales, psiquiátricos e incluso conductas suicidas.
Un problema creciente desde edades tempranas
Una investigación publicada en JAMA Pediatrics siguió durante cuatro años a más de 4,000 adolescentes en Estados Unidos, entre los 10 y 14 años de edad. El estudio reveló que el 31.3 % mostró un uso adictivo creciente de redes sociales, mientras que el 24.6 % lo presentó en el uso del celular. Estas trayectorias se asociaron con un mayor riesgo de ideación suicida, autolesiones y trastornos mentales.
Lo más llamativo del estudio es que no se trata solamente del tiempo frente a la pantalla, sino del patrón de uso. Los adolescentes con conductas adictivas en redes sociales tienen más del doble de probabilidad de presentar comportamientos suicidas que aquellos con un uso bajo. En el caso de los videojuegos, su consumo se relacionó con síntomas de ansiedad y depresión.
Diferencias de género y edad crítica
El concepto de “uso problemático” no se define solo por las horas frente a la pantalla, sino por la dependencia emocional, la frecuencia del uso y las consecuencias negativas en la vida diaria. Según el estudio internacional Health Behavior in School-aged Children (HBSC), uno de cada diez adolescentes ya enfrenta efectos negativos por el uso de pantallas, mientras que otro 32 % se encuentra en riesgo por un uso intensivo.
Además, los datos muestran diferencias por género. Mientras los chicos tienden a enfocarse más en videojuegos, las chicas tienen una mayor conexión a redes sociales, muchas veces relacionada con la búsqueda de validación social. El 44 % de ellas reportó una conexión casi permanente, frente al 36 % de los varones.
Entre los 11 y 14 años se presenta una etapa especialmente vulnerable. Durante este periodo, el cerebro atraviesa una fase sensible de desarrollo, justo cuando aumenta la exposición a pantallas. Aunque el uso tiende a estabilizarse después de los 14 años, los efectos sobre la salud mental ya están presentes.
Impacto neurológico y consecuencias a largo plazo
La psiquiatra Geraldine Peronace, especialista en adicciones, explicó que el efecto de las pantallas sobre el cerebro infantil puede compararse con el de una droga estimulante. En niños pequeños, la exposición a dispositivos genera una liberación intensa de dopamina, lo que refuerza patrones de adicción a largo plazo.
Peronace advirtió que este tipo de estimulación constante puede afectar la tolerancia a la frustración y aumentar la necesidad de gratificación inmediata, un rasgo común en las nuevas generaciones. Además, señaló que los trastornos psiquiátricos y los suicidios en adolescentes están creciendo de forma alarmante a nivel global.
“Todo lo importante en la vida se hace esperar”, dijo la especialista, al destacar que la tecnología avanza más rápido que el desarrollo biológico. Según ella, es fundamental que los niños exploren, jueguen, se aburran y aprendan a manejar la frustración fuera del entorno digital.
Recomendaciones y medidas preventivas
Para enfrentar esta situación, los especialistas proponen más que solo controlar las horas frente a una pantalla. El estudio HBSC recomienda eliminar funciones adictivas como las notificaciones constantes, aplicar límites de edad más efectivos y promover hábitos digitales más saludables.
Peronace recordó que, según la Sociedad Española de Pediatría, los niños de 0 a 6 años no deberían usar pantallas. Después de esa edad, se recomienda un máximo de una hora diaria. También sugirió implementar pausas digitales: con solo 72 horas sin dispositivos, se puede notar una disminución en la sobrecarga del cerebro.
Finalmente, todos los estudios coinciden en que la prevención debe comenzar temprano. Establecer límites claros, fomentar actividades físicas o creativas y aprender a detectar una relación disfuncional con la tecnología pueden marcar la diferencia en la salud mental de niños y adolescentes.
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