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Estudian los efectos del COVID prolongado en el cerebro cinco años después del inicio de la pandemia

Un estudio argentino detectó atrofia leve y cambios estructurales en personas con síntomas persistentes, especialmente en quienes no estaban vacunados.

Estudian los efectos del COVID prolongado en el cerebro cinco años después del inicio de la pandemia

CIUDAD DE MÉXICO.- Cinco años después del inicio de la pandemia, científicos de todo el mundo continúan investigando cómo el virus SARS-CoV-2 puede dejar secuelas en el cerebro, incluso en personas que solo tuvieron síntomas leves o moderados. Uno de los focos actuales es el llamado “COVID prolongado”, una condición que afecta a millones de personas con síntomas persistentes como fatiga, niebla mental, dolores musculares, dificultad para respirar o problemas de memoria y atención.

Secuelas neurológicas tras la infección

Este fenómeno, que podría afectar a más de 400 millones de personas a nivel global, aún plantea muchas preguntas para la ciencia. Aunque desde las primeras etapas de la pandemia se reportaron estas manifestaciones, su origen neurológico no se ha comprendido completamente. Aún no existen marcadores clínicos que permitan identificar con claridad quiénes están en riesgo de padecerlo.

En Argentina, un equipo de investigadores del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) inició en 2023 un estudio con neuroimágenes y pruebas cognitivas. La investigación fue publicada en la revista BMC Neurology y detectó atrofia cerebral leve y cambios estructurales en personas con COVID persistente, especialmente en quienes no estaban vacunados al momento de contagiarse.

Análisis de imágenes cerebrales y síntomas persistentes

El estudio incluyó a 137 personas del municipio de San Martín, Buenos Aires, de las cuales 109 reportaban síntomas prolongados más de tres meses después de haber tenido COVID. Las imágenes por resonancia magnética estructural mostraron alteraciones en áreas cerebrales vinculadas con la memoria, la atención y la regulación emocional, como el cerebelo, el giro lingual y el precúneo.

Aunque los exámenes cognitivos no arrojaron diferencias marcadas, sí se detectó una leve disminución en la velocidad de ejecución de una prueba específica. Según explicó el coordinador del estudio, Martín Belzunce, estos hallazgos no significan que haya una enfermedad neurodegenerativa, pero sí muestran señales que podrían servir para monitorear el estado del cerebro a largo plazo.

Las alteraciones también incluyeron una reducción del grosor cortical en regiones relacionadas con funciones cognitivas complejas, similares a las afectadas en enfermedades como el Alzheimer. El equipo advierte que estos cambios podrían reflejar efectos sistémicos más amplios, no limitados únicamente al rendimiento cognitivo.

Nueva fase del estudio y biomarcadores en saliva

Con apoyo de la Organización Internacional de Investigaciones del Cerebro (IBRO), la investigación avanza hacia una segunda etapa. Ahora, el equipo encabezado por Belzunce y la científica Marcela Brocco explora biomarcadores del COVID prolongado en muestras de saliva, con el objetivo de crear una herramienta no invasiva que ayude a identificar a las personas en riesgo.

Esta nueva fase busca integrar tres dimensiones: la cognitiva, la salud mental y las imágenes cerebrales. Según Brocco, el objetivo es desarrollar un diagnóstico más preciso y temprano que permita orientar los tratamientos y evitar que se agraven los síntomas en el futuro. Para ello, están analizando también indicadores relacionados con el estrés y la salud mental.

Hasta ahora, la mayoría de las personas que reportaron problemas cognitivos no estaban vacunadas al momento de la infección, lo que podría ser un factor de riesgo importante. Los investigadores insisten en la importancia de seguir estudiando estas secuelas, ya que la calidad de vida de quienes las padecen se ve notablemente reducida.

Evidencias globales y preocupaciones a largo plazo

Investigaciones similares en otros países respaldan estos hallazgos. Un estudio de la Universidad de Pittsburgh, publicado en 2023, examinó cerebros de personas no vacunadas que habían cursado COVID leve o moderado. Detectaron signos de neuroinflamación y atrofia en regiones relacionadas con la memoria y la emoción, incluso en pacientes que no habían tenido síntomas graves.

Expertos internacionales como Ziyad Al-Aly, epidemiólogo de la Universidad de Washington, advierten sobre las secuelas a largo plazo del COVID prolongado. Al-Aly ha expresado preocupaciones sobre la posibilidad de que episodios temporales de niebla mental puedan anticipar problemas cognitivos futuros. Estudios recientes detectaron también biomarcadores vinculados con inflamación y riesgo de demencia tras la infección por SARS-CoV-2.

Metaanálisis de 2024 y 2025 indican que infecciones por coronavirus podrían elevar el riesgo de deterioro cognitivo o enfermedades neurodegenerativas en la adultez. Aunque no hay certezas concluyentes, los científicos coinciden en que es necesario actuar desde ahora, investigando a fondo las causas y posibles tratamientos.

Síntomas frecuentes y necesidad de estrategias

El COVID prolongado no se considera una sola enfermedad, sino un conjunto de más de 200 posibles síntomas. Entre ellos, los neurocognitivos son particularmente comunes: se estima que afectan entre el 18% y el 36% de quienes desarrollan esta condición. La niebla mental, la fatiga extrema, la pérdida de memoria y la dificultad para tomar decisiones son algunos de los más reportados.

La magnitud del fenómeno exige soluciones urgentes. La comunidad científica insiste en la importancia de diseñar estrategias terapéuticas eficaces y herramientas diagnósticas accesibles. Sin marcadores claros, muchas personas podrían no recibir la atención adecuada o ser mal diagnosticadas con otras afecciones neurológicas o psiquiátricas.

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Mientras tanto, los estudios continúan. El objetivo de los investigadores es comprender mejor lo que ocurre en el cerebro de quienes enfrentan COVID persistente, y con ello, mejorar la atención médica y la calidad de vida de millones de personas afectadas por una pandemia cuyos efectos aún están lejos de desaparecer.

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