Caminar más rápido, vivir mejor: lo que revela la velocidad al andar sobre la salud

CIUDAD DE MÉXICO.- Caminar rápido no solo sirve para llegar antes a un lugar. Investigaciones recientes de las universidades de Harvard y Duke sugieren que la velocidad al caminar puede reflejar el estado general de salud de una persona, desde su capacidad física hasta el ritmo al que envejece su cerebro. Según BBC Future, quienes caminan más despacio tienden a tener cerebros más pequeños y son más propensos al deterioro cognitivo y físico, incluso desde edades medias.

Un indicador del envejecimiento del cuerpo y la mente

Los científicos han observado esta relación desde hace décadas. Una marcha más lenta puede ser señal de problemas subyacentes, como enfermedades crónicas, sedentarismo o pérdida de fuerza muscular. Además, caminar es una actividad compleja que involucra múltiples sistemas corporales, como el corazón, los músculos, la visión y el sistema nervioso.

Expertas como Christina Dieli-Conwright, de Harvard, y Line Rasmussen, de la Universidad de Duke, coinciden en que una disminución en la velocidad habitual para caminar puede ser una señal temprana de declive general en la salud. Es decir, cuando se camina más lento, no siempre es solo cansancio: puede ser una advertencia del cuerpo.

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Medir la velocidad para cuidar la salud

La buena noticia es que medir la velocidad al caminar es sencillo. Una prueba común consiste en recorrer 10 metros a paso normal y dividir la distancia por el tiempo en segundos. También existen apps y dispositivos con GPS que hacen este cálculo automáticamente. Según BBC Future, un hombre de 40 a 69 años suele caminar a 1.43 metros por segundo, mientras que una mujer del mismo grupo va de 1.24 a 1.39 m/s.

Pero más allá de números, los estudios respaldan que una mayor velocidad al andar se asocia con una mejor esperanza de vida. En Estados Unidos, un análisis de más de 34 mil adultos mayores mostró que quienes caminaban más rápido tenían mayores probabilidades de vivir diez años más. Otro estudio francés halló que los adultos mayores con marcha lenta tenían tres veces más riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares.

Incluso a los 45 años, las diferencias son notables. El Estudio de Dunedin en Nueva Zelanda reveló que quienes caminaban más despacio mostraban signos de envejecimiento acelerado, como presión arterial alta, menor capacidad respiratoria y debilidad muscular. Algunos participantes caminaban tan rápido como personas de 20 años, mientras otros lo hacían como adultos mayores.

Caminar más puede mejorar tu salud integral

Las causas de una marcha lenta pueden ser diversas, pero muchas están relacionadas con el estilo de vida. Dieli-Conwright explicó que las personas con enfermedades crónicas tienden a moverse menos, lo que debilita sus músculos y articulaciones, y contribuye al deterioro físico. Rasmussen añadió que la marcha también refleja la salud cerebral: una velocidad baja puede advertir sobre problemas neurológicos incluso en personas jóvenes.

Afortunadamente, hay formas simples de revertir esta tendencia. Las especialistas sugieren incorporar caminatas diarias, aumentar poco a poco su duración e intensidad, y aprovechar cualquier oportunidad para moverse. Estacionarse más lejos, pasear con el perro o tomar pequeñas pausas activas en el trabajo pueden marcar la diferencia.

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Los estudios muestran que mantener un buen ritmo al caminar no solo es cuestión de ejercicio, sino una forma efectiva de monitorear la salud. Caminar más rápido puede significar vivir más tiempo y con mejor calidad de vida. Por eso, prestar atención a la forma en que caminamos podría ser uno de los pasos más sencillos —y más importantes— hacia un envejecimiento saludable.