¿Qué consecuencias tendrá en el futuro la caída de la natalidad que se está registrando en México?
En México, la natalidad ha disminuido de forma constante: en 2023 se registraron menos nacimientos y la tasa de fecundidad bajó a 1.6 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo.

CIUDAD DE MÉXICO.- En años recientes la natalidad en México ha caído de manera sostenida. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2023 se registraron 1,820,888 nacimientos, cifra que representó una disminución de 3.7% respecto al año previo. La tasa de natalidad fue de 52.2 nacimientos promedio por cada mil mujeres en edad fértil (15-49 años), 2.3 puntos menos que en 2022. A su vez, la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) más reciente ubicó la tasa global de fecundidad en apenas 1.60 hijos por mujer en promedio, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional (2.1).
Tendencias recientes de la natalidad
Estas cifras confirman una tendencia de largo plazo. Entre 1994 y 2020 los nacimientos en el país se redujeron en alrededor de 44%. El promedio de hijos por mujer cayó de 2.6 en el año 2000 a 2.1 en 2020. De hecho, el porcentaje de mujeres de 15 a 49 años que no tienen ningún hijo se ha incrementado: apenas en 1990 sólo 6.7% de las mujeres de 40-49 años eran sin hijos, cifra que llegó al 18% en 2020.
El fenómeno mexicano refleja cambios globales. América Latina también vive una fertilidad baja: en 2022 la tasa global de fecundidad regional se estimó en 1.85 hijos por mujer, desde hace años por debajo del nivel de reemplazo. Varios países latinoamericanos acumulan descensos aún más pronunciados; por ejemplo, Uruguay, Costa Rica, Chile, Jamaica y Cuba rondan actualmente apenas 1.3 hijos por mujer (nivel “ultra bajo” comparable al de Europa o Asia oriental). En general, tanto en México como en otros países el crecimiento poblacional se modera por factores económicos y sociales, y la disminución de nacimientos crece con la modernización.
Factores detrás de la baja natalidad
Diversos factores explican por qué muchas familias mexicanas deciden tener menos hijos o retrasar la maternidad. En primer lugar, el panorama económico influye fuertemente: el alto costo de vida, la precariedad laboral y la falta de apoyos para padres han llevado a muchas parejas a posponer la paternidad. Además, a nivel social y cultural pesa la inseguridad y la incertidumbre global. Jóvenes entrevistados mencionan temores como la crisis alimentaria mundial y el cambio climático como motivo para no querer engendrar a un hijo en el contexto actual. Problemas de salud y de acceso médico (enfermedades crónicas, obstáculos en tratamientos de fertilidad) también han reducido algunos embarazos planeados. En suma, factores económicos, ambientales y de seguridad desincentivan la decisión de formar familias numerosas.
La mayor autonomía de las mujeres y los cambios en sus expectativas de vida son otra causa crucial. Conforme crece el acceso de las mujeres a la educación media y superior y a empleos remunerados, muchas posponen o renuncian a la maternidad. Especialistas del Consejo Nacional de Población (Conapo) señalan que estas variables están detrás del descenso en la natalidad: “Con autonomía económica, las mujeres decidimos qué hacemos”. En lo personal, es común que jóvenes (tanto mujeres como hombres) vean los hijos como una responsabilidad económica y emocional muy pesada. En encuestas, algunos expresan que no desean hijos simplemente porque implican cargas económicas y psicológicas importantes.
Los expertos insisten en que estas transformaciones son culturales e históricas, por lo que difícilmente la natalidad se revertirá rápidamente. El énfasis en el proyecto de vida individual, la búsqueda de realización profesional y una visión más igualitaria de género han cambiado la composición familiar tradicional. Las campañas de salud reproductiva y la mayor disponibilidad de métodos anticonceptivos han permitido a las personas elegir cuántos hijos tener (o incluso ninguno) con mayor facilidad. En palabras de las autoridades demográficas, México debe prepararse para el fenómeno de “familias pequeñas”: por primera vez son mayoría los hogares unipersonales o sin niños, y se privilegia la satisfacción de proyectos personales antes que el modelo familiar tradicional.
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El descenso constante de nacimientos ya incide en la estructura poblacional. Actualmente solo cerca del 20% de la población son niñas y niños de 0 a 12 años, porcentaje que las proyecciones ubican en apenas 10% dentro de medio siglo. En contraste, la proporción de adultos mayores ha crecido con fuerza: en 2024 casi el 12.4% de la población tenía 60 años o más, frente al 7.4% que representaban en el año 2000. Se estima que para 2050 los mayores de 60 años abarcarán más del 24% de los mexicanos. Este envejecimiento poblacional, combinado con menos nacimientos, plantea retos importantes (en salud, pensiones y educación). En respuesta, las autoridades demográficas destacan la necesidad de nuevas políticas públicas que atiendan tanto el bienestar infantil como el cuidado de una población cada vez más envejecida.
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