Así puedes combatir la inflamación crónica, según especialistas
La inflamación crónica de bajo grado es un proceso silencioso que puede causar enfermedades graves como cáncer, diabetes o problemas cardiovasculares.

CIUDAD DE MÉXICO.- No duele, no avisa, pero puede ser mortal. La inflamación crónica de bajo grado es un proceso silencioso que opera dentro del organismo sin causar molestias evidentes, y con el tiempo puede dar lugar a enfermedades graves como cáncer, diabetes tipo 2, padecimientos cardiovasculares o neurodegenerativos. A diferencia de una inflamación aguda —como la que aparece tras una herida o infección—, esta forma sostenida se convierte en un enemigo interno que pasa desapercibido durante años.
Un enemigo oculto dentro del cuerpo
Un reciente informe de la Escuela de Medicina de Harvard revela que tres de cada cinco muertes en el mundo están asociadas a enfermedades relacionadas con procesos inflamatorios. Esta alarmante cifra refleja cómo esta condición se ha convertido en un problema de salud pública urgente. La publicación, titulada Fighting Inflammation, advierte que si no se actúa a tiempo mediante cambios en el estilo de vida, las consecuencias seguirán afectando de forma masiva a la población.
El informe ofrece una visión integral sobre cómo la inflamación, aunque es una respuesta natural del cuerpo ante agresiones, puede volverse perjudicial cuando se mantiene activa de forma constante. A menudo, este estado se ve impulsado por hábitos diarios poco saludables, como una mala alimentación, el sedentarismo o el estrés crónico.
Siete claves para reducir la inflamación
Según los investigadores de Harvard, la inflamación crónica puede estar presente incluso antes de que se manifiesten los primeros síntomas clínicos de muchas enfermedades. Por eso, más allá de alertar sobre los riesgos, el informe propone siete acciones prácticas, avaladas por estudios científicos, que pueden ayudar a reducir este proceso dañino sin necesidad de tratamientos invasivos ni fármacos prolongados.
Entre estas medidas se destacan el consumo de alimentos reales y nutritivos —especialmente vegetales, frutas, pescado y cereales integrales— y evitar azúcares añadidos y grasas trans. También se recomienda realizar al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado, ya que esto puede disminuir los marcadores inflamatorios sin caer en excesos que generen el efecto contrario.
Otros factores clave incluyen mantener un peso saludable, mejorar la calidad del sueño, dejar el tabaco, moderar el consumo de alcohol y aprender a manejar el estrés de forma efectiva. Cada una de estas prácticas ha demostrado tener un impacto directo en la reducción de sustancias proinflamatorias en el cuerpo, como las citoquinas o el cortisol.
Un reto global con soluciones accesibles
La lucha contra la inflamación crónica ha dejado de ser solo un asunto médico para convertirse en una prioridad de salud pública. La Organización Mundial de la Salud señala que las enfermedades no transmisibles relacionadas con este proceso representan más del 70 % de las muertes a nivel global. Esto incluye afecciones como infartos, diabetes o ciertos tipos de cáncer que podrían prevenirse con intervenciones tempranas.
Ante este panorama, las estrategias basadas en el estilo de vida aparecen como la mejor inversión: son accesibles, sostenibles y no dependen de infraestructura médica costosa. Harvard subraya que la prevención no requiere medidas extremas, sino decisiones diarias informadas y constantes. Comer bien, dormir mejor y moverse más pueden marcar una diferencia significativa.
Promover estos cambios desde la educación, la política pública y la atención primaria puede aliviar la carga sobre los sistemas de salud y mejorar la calidad de vida de millones de personas. Como concluye el informe, “la intervención más poderosa es la que se inicia antes de que aparezca el primer síntoma”. La buena noticia es que está en nuestras manos.
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