¿Por qué algunas personas se ofenden con facilidad? Esto dice la psicología
Sentirse ofendido es una reacción emocional común, pero no todas las personas responden igual.

CIUDAD DE MÉXICO.- Sentirse ofendido es una reacción emocional muy común, pero no todos responden igual ante el mismo comentario o gesto. Mientras que algunos apenas registran el hecho y lo olvidan, otros lo viven como una herida profunda que puede afectar sus relaciones con la pareja, la familia o los amigos. Esta diferencia tiene raíz en cómo cada persona percibe su dignidad y autoestima.
Factores emocionales y rasgos de personalidad influyen en la forma en que se interpreta una situación
Según explican los especialistas, cuando alguien se siente ofendido, es porque percibe una amenaza a su valor personal. A partir de ahí, la reacción puede variar: desde quedarse en silencio, sentir culpa, hasta responder con enojo. Catalina Silveyra, psicóloga y coordinadora del área de evaluación neurocognitiva de Fundación Aiglé, destaca que cada persona es única y que, aunque se pueden reconocer patrones, siempre se analiza caso por caso.
Silveyra señala que la llamada “sensitividad interpersonal” es un rasgo que vuelve a algunas personas más vulnerables. Quienes la presentan suelen compararse constantemente con otros, sentirse inseguros y tener una autoestima baja. Esto los hace más propensos a tomar cualquier comentario como una crítica personal, lo que aumenta su susceptibilidad al sentirse heridos u ofendidos.
Heridas emocionales del pasado y expectativas sociales
La doctora Graciela Moreschi, psiquiatra y autora, agrega que muchas personas susceptibles tienen una mentalidad muy rígida. Viven en una lógica de todo o nada: algo es perfecto o está mal. Este pensamiento binario les impide tolerar errores, tanto propios como ajenos, y cualquier observación puede ser percibida como un ataque.
A menudo, estas personas fueron humilladas o descalificadas en su infancia, o por el contrario, recibieron tantos elogios que construyeron una autoimagen idealizada. Cuando esa imagen no se sostiene en la adultez, cualquier falta de reconocimiento puede vivirse como una ofensa. Además, muchas veces personalizan todo: creen que lo que otros dicen o hacen va dirigido directamente hacia ellas.
La susceptibilidad también puede estar asociada a rasgos narcisistas. Quienes esperan un trato especial o admiración constante tienden a sentirse heridos cuando no reciben la atención esperada, incluso si el otro no hizo nada con mala intención. Esta reacción se vuelve más fuerte en personas que enfrentan altos niveles de estrés o atraviesan estados depresivos, lo que aumenta su sensibilidad ante cualquier situación.
El impacto de las redes sociales en las emociones
Las redes sociales, al mostrar detalles de la vida de los demás, también pueden ser una fuente de enojo o tristeza. Catalina Silveyra explica que muchas personas se enteran de situaciones incómodas —como no haber sido invitadas a una reunión— por una historia o una publicación. También hay reclamos frecuentes entre parejas o amigos por la falta de demostraciones públicas en redes.
La constante comparación que generan estas plataformas lleva a muchas personas a creer que los demás son más felices, exitosos o queridos. Esto puede reforzar la idea de exclusión o crítica, especialmente en quienes ya están atravesando un mal momento emocional. Las emociones que se activan al ver algo en redes pueden ir desde el enojo hasta la tristeza profunda.
Por eso, es clave aprender a gestionar los pensamientos que surgen en estas situaciones. Silveyra destaca que nuestros pensamientos, emociones y conductas están conectados. Ser conscientes de lo que sentimos y pensar por qué lo sentimos puede ayudarnos a actuar con mayor claridad y evitar reacciones impulsivas que solo alimentan el malestar.
Cómo recuperar el control ante la ofensa
Frente a estas situaciones, existen herramientas para frenar el impulso de reaccionar de forma automática. Técnicas como la respiración profunda, el mindfulness o la meditación ayudan a aquietar la mente y salir del “bucle mental” que genera el enojo o la frustración. Estas prácticas fortalecen la capacidad de responder con calma en lugar de actuar por impulso.
El doctor Charles H. Browning, experto en psicología, señala que muchas veces no nos ofende lo que sucede, sino lo que esperábamos que sucediera. Este “sesgo de expectativa” genera una reacción emocional que no siempre tiene que ver con la realidad. Reconocer esto permite tomar distancia y manejar mejor la situación.
Browning propone un método de cuatro pasos: capturar el pensamiento negativo, redefinirlo, reemplazarlo por uno más constructivo y ver la situación como una oportunidad de crecimiento. Estas técnicas ayudan a transformar el enojo en una herramienta para fortalecer la estabilidad emocional y elegir cómo queremos reaccionar frente a lo que nos afecta.
Aprender a reaccionar distinto
Ofenderse puede ser una reacción natural, pero no tiene por qué dominar nuestra vida. Aprender a detectar qué nos molesta, de dónde viene y cómo interpretamos lo que ocurre nos permite responder de forma más saludable. Aceptar que no todo el mundo piensa igual, y que no tenemos que ser perfectos, puede ser un gran alivio.
El desafío no está en evitar sentirnos heridos, sino en qué hacemos con ese sentimiento. Silveyra resalta que, muchas veces, basta con reconocer el malestar, no aferrarse a él y buscar una acción que nos ayude a mejorar el estado emocional. Desde caminar hasta hablar con alguien, son formas simples de cuidar el bienestar personal.
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En resumen, tomar conciencia de nuestras reacciones emocionales y entrenar una respuesta más equilibrada nos ayuda a vivir con mayor tranquilidad. Como dice el doctor Browning: “Puedes ofenderte o puedes recuperar el control. Es tu elección, no la de los demás”.
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