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Hallan en Argentina las mariposas más antiguas del planeta en un excremento fosilizado

El hallazgo sugiere que los lepidópteros existían mucho antes que las flores y que su aparato bucal, la probóscide, surgió para alimentarse de gotas azucaradas producidas por plantas primitivas.

Hallan en Argentina las mariposas más antiguas del planeta en un excremento fosilizado

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante décadas, los científicos han intentado reconstruir la evolución de las mariposas, pero hasta ahora existía un gran vacío en la evidencia fósil. Ese hueco podría comenzar a llenarse gracias a un descubrimiento realizado en Argentina: un equipo de paleontólogos encontró en un excremento fosilizado, conocido como coprolito, escamas de alas de lepidópteros —grupo que incluye mariposas y polillas— con una antigüedad de 236 millones de años.

Un hallazgo inesperado que cambia la historia

El hallazgo, publicado en la revista Journal of South American Earth Sciences, tuvo lugar en el Parque Nacional Talampaya, en La Rioja. Allí, los investigadores analizaron restos fosilizados de una antigua letrina natural utilizada por grandes animales herbívoros del periodo Triásico. En uno de esos coprolitos, aparecieron estructuras diminutas, de solo 200 micras de largo, con patrones que no dejaron lugar a dudas: eran escamas de insectos alados similares a los actuales lepidópteros.

Este descubrimiento no solo aporta una pieza fundamental al rompecabezas evolutivo, sino que también sugiere que estos insectos existieron mucho antes que las flores, lo que obliga a replantear algunas teorías sobre cómo y por qué desarrollaron ciertas características, como su aparato bucal especializado.

Una nueva especie en un mundo sin flores

Hasta ahora, el registro fósil más antiguo de mariposas o polillas se remontaba a hace 201 millones de años, en el Jurásico temprano. Sin embargo, los análisis genéticos ya habían indicado que estos insectos podrían ser mucho más antiguos. La muestra argentina, datada con precisión en 236 millones de años, encaja perfectamente en ese espacio perdido y se sitúa poco después de la gran extinción del Pérmico, la más devastadora de la historia de la Tierra.

A esta especie prehistórica los científicos le han dado el nombre de Ampatiri eloisae. Aunque no se encontró un fósil completo, las escamas halladas son suficientes para ubicarla dentro del grupo Glossata, el mismo al que pertenecen las mariposas actuales. Esta subfamilia se distingue por tener una probóscide, una estructura alargada y enrollada que hoy usan para alimentarse del néctar de las flores.

Pero hay un detalle que hace más interesante este hallazgo: en aquella época las flores aún no existían. En su lugar, los paisajes estaban dominados por coníferas y otras plantas primitivas. Entonces, ¿de qué se alimentaban estos insectos alados?

La resiliencia de la vida tras una gran extinción

La respuesta está en la biología de las plantas del Triásico. Algunas de ellas producían gotas azucaradas en sus conos reproductivos para atraer insectos, en un intento por lograr una polinización más eficiente. Esto sugiere que la probóscide no surgió para libar flores, sino para aprovechar otras fuentes de alimento disponibles en un entorno muy distinto al actual.

Este dato cambia por completo lo que se sabía sobre la evolución de las mariposas. Lejos de ser simples adornos coloridos de un mundo floreado, estos insectos surgieron como verdaderos sobrevivientes, con adaptaciones diseñadas para prosperar en un planeta que apenas se recuperaba del mayor desastre biológico de todos los tiempos.

El hallazgo de Ampatiri eloisae nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros de la historia de la vida, la evolución no se detiene. Por el contrario, la crisis genera innovación. Y en este caso, una de las criaturas más delicadas que conocemos emergió de las cenizas con herramientas que le permitirían resistir y evolucionar durante millones de años.

Más allá del hallazgo: nuevas preguntas para la ciencia

Este descubrimiento también plantea nuevas preguntas. ¿Qué otras especies aún desconocidas habitaron ese periodo oscuro entre extinciones y florecimientos? ¿Cuántas adaptaciones revolucionarias se desarrollaron en medio del caos y aún están por descubrirse en los sedimentos del pasado?

Los investigadores destacan que el coprolito argentino no solo conserva evidencia fósil, sino que también es un testimonio de cómo incluso los restos más humildes —como un excremento— pueden ofrecer respuestas a preguntas fundamentales sobre el origen de la vida. Estos hallazgos subrayan la importancia de mirar más allá de lo evidente en las investigaciones científicas.

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Y así, lo que comenzó como una excavación más en el norte de Argentina terminó convirtiéndose en una revelación para la ciencia: las mariposas, símbolo de fragilidad y transformación, tienen una historia mucho más antigua y resiliente de lo que imaginábamos. Su origen está ligado no al esplendor de las flores, sino a la necesidad de sobrevivir en un mundo árido, sin adornos, pero lleno de oportunidades para adaptarse y seguir volando.

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