Una pintura hipnótica que triunfó en Inglaterra pero fue ignorada en su España natal
La escena, lejos de resultar grotesca, tiene una belleza onírica, cargada de simbolismo romántico y seducción.
En el arte, como en la vida, hay figuras que brillan más lejos de casa. Tal es el caso de Luis Ricardo Falero, un pintor español del siglo XIX cuyo nombre apenas se recuerda en su país de origen, pero que alcanzó gran notoriedad en Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Una de sus obras más fascinantes, Brujas yendo al Sabbath, ejemplifica tanto su estilo como su exilio simbólico del reconocimiento español.
La pintura, realizada al óleo con dimensiones considerables (145.5 × 118.2 cm), pertenece hoy a una colección privada. En ella, Falero despliega su característico dominio del desnudo femenino, combinándolo con una de sus obsesiones visuales más recurrentes: la brujería. En medio de una niebla psicodélica, casi irreal, un grupo de mujeres vuela rumbo al aquelarre, ya sea sobre escobas o montando un macho cabrío. La escena, lejos de resultar grotesca, tiene una belleza onírica, cargada de simbolismo romántico y seducción.
El tratamiento del cuerpo femenino —con posturas sugerentes, detalles minuciosos y una clara influencia orientalista— no es gratuito. En pleno auge del romanticismo, lo exótico y lo sobrenatural se convertían en pasatiempos visuales para una sociedad, como la victoriana, profundamente moralista pero curiosamente fascinada por lo oculto. No es casual que obras como esta encontraran su público precisamente en la Inglaterra de la época, donde lo esotérico convivía, aunque en las sombras, con la rigidez de las normas sociales.
Falero, como otros artistas de su tiempo, bebió de fuentes como Goya, a quien evidentemente evoca en esta obra —basta recordar su Vuelo de brujas. Pero mientras el maestro aragonés trazaba con crudeza y sátira, Falero optaba por una mirada sensual y decorativa, pensada para impresionar a los coleccionistas de salones y gabinetes europeos.
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A pesar de su talento y la fama que logró en vida, ningún cuadro de Falero cuelga hoy en un museo público español. Un olvido que contrasta con la intensidad visual de sus lienzos y con la huella que dejó fuera de casa. Quizá sea hora de redescubrir a este pintor de atmósferas encantadas, de mujeres que vuelan, y de hechizos pictóricos que aún siguen flotando, esperando un lugar en la memoria cultural de su país.
Con información de HA!