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Tener un perro en la infancia puede hacer que algunos niños sean más saludables, según estudio

Un estudio publicado en la revista Allergy encontró que los bebés con predisposición genética al eccema tienen menos riesgo de desarrollarlo si conviven con un perro durante su primer año de vida.

CIUDAD DE MÉXICO.- Un nuevo estudio publicado en la revista Allergy sugiere que tener un perro durante el primer año de vida puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar eccema en niños con predisposición genética. Esta condición de la piel, caracterizada por irritación, picazón y enrojecimiento, afecta a millones de personas en el mundo, y hasta ahora las causas exactas eran difíciles de determinar.

Perros sí, gatos no

La investigación reveló que los bebés con una variante genética asociada a la inflamación tenían menos probabilidades de desarrollar eccema si habían convivido con un perro durante su primer año. Curiosamente, los beneficios no se observaron en niños que crecieron con gatos, lo que resalta una diferencia importante entre el tipo de mascotas.

La doctora Sara Brown, dermatóloga del Instituto de Genética y Cáncer de la Universidad de Edimburgo, explicó que esta es la primera vez que se demuestra cómo la presencia de un perro puede influir a nivel molecular. “Sabíamos que tener un perro podía ser protector, pero ahora entendemos mejor el mecanismo detrás de este efecto”, comentó en un comunicado.

El papel de los genes y el ambiente

La investigación analizó datos de más de 255,000 personas y encontró una región genética vinculada a la inflamación que aumenta el riesgo de eccema. Sin embargo, este riesgo desaparecía en quienes tuvieron un perro durante su infancia. Experimentos en laboratorio mostraron que ciertos alérgenos caninos podrían reducir la inflamación en las células de la piel con esa variante genética.

Este hallazgo apoya la llamada “hipótesis de la higiene”, que sugiere que el contacto con una mayor variedad de microbios en los primeros años de vida —como los que aportan los perros o los hermanos mayores— ayuda a que el sistema inmunológico aprenda a reaccionar de forma adecuada y no de manera exagerada.

La doctora Marie Standl, epidemióloga en el Centro Helmholtz de Múnich, destacó que los estudios sobre la interacción entre genética y ambiente son clave para entender por qué algunos niños desarrollan eccema y otros no. “No todas las medidas preventivas funcionan igual para todos, y por eso este tipo de investigaciones nos acercan a estrategias más personalizadas”, afirmó.

Beneficios más allá de la piel

Es importante señalar que este estudio se enfocó en la prevención del eccema, no en su tratamiento. De hecho, en niños que ya presentan la condición, la caspa de las mascotas podría empeorar los síntomas. Por lo tanto, los padres deben consultar con un especialista antes de tomar decisiones basadas únicamente en esta información.

Los beneficios de tener un perro no son nuevos. Estudios anteriores, como uno realizado en Suecia en 2019, encontraron que tener un perro está asociado con mayor actividad física, mejor apoyo social y menor riesgo de muerte prematura tras un infarto o derrame cerebral.

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Además, investigaciones de 2022 mostraron que tanto niños como adultos mayores experimentan una disminución en la presión arterial cuando conviven con mascotas. Acariciar a un perro también puede reducir los niveles de cortisol —la hormona del estrés— y aumentar la oxitocina, la hormona que favorece la sensación de bienestar. En resumen, la ciencia sigue demostrando que nuestros amigos peludos pueden ser grandes aliados para la salud.

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