¿Odias el sonido de la gente masticando? Eso es una mala noticia para tu riesgo de depresión
La misofonía es una condición crónica en la que ciertos sonidos cotidianos, como masticar o hacer clic con una pluma, provocan reacciones intensas de enojo, ansiedad o malestar.

CIUDAD DE MÉXICO.- Sentir molestia extrema por ruidos cotidianos como el masticar de una manzana, el clic de una pluma o el goteo de una llave no es solo una manía: puede ser un trastorno llamado misofonía. Este término, acuñado en 2001, describe una condición crónica en la que ciertos sonidos desencadenan respuestas emocionales intensas como enojo, ansiedad o incluso pánico. Aunque muchas personas se sienten incómodas ante ruidos repetitivos, quienes viven con misofonía pueden ver afectadas sus relaciones y su calidad de vida.
El misterio de los sonidos que irritan: ¿qué es la misofonía?
Se estima que entre el 5 % y el 20 % de la población podría padecer misofonía, aunque esta cifra podría ser más alta, ya que se trata de un fenómeno poco reportado. Las reacciones provocadas por los llamados “sonidos detonantes” pueden ir desde la irritación hasta el deseo de evitar lugares o personas, lo que genera aislamiento social y conflictos emocionales.
Además del malestar inmediato, estudios recientes sugieren que la misofonía podría estar relacionada con otros trastornos de salud mental. Investigadores de los Países Bajos han encontrado una predisposición genética en personas con misofonía a sufrir ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático y tinnitus, una molestia constante en el oído en forma de zumbido o pitido.
Un vínculo con la genética y la irritabilidad
El doctor Dirk J.A. Smit, profesor de neurociencia psiquiátrica en el Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam, lideró una investigación con datos de más de 80 mil personas que afirmaban tener misofonía. El estudio, publicado en Frontiers in Neuroscience, analizó la relación genética entre este trastorno y otras 44 características y condiciones, incluyendo rasgos de personalidad y factores socioeconómicos.
Uno de los hallazgos más relevantes fue el vínculo entre la misofonía y el rasgo de personalidad conocido como “irritabilidad”. Según Smit, este rasgo parece ser la esencia misma del trastorno, ya que los afectados no solo se irritan por el sonido, sino que luego pueden experimentar sentimientos de culpa, intentos de evitar el problema y más angustia. También se encontró una relación genética entre la misofonía y el PTSD, la ansiedad y la depresión mayor.
Otro hallazgo interesante fue la asociación entre la misofonía y el tinnitus, aunque la conexión exacta no es del todo clara. Se sabe que el tinnitus puede ser provocado por pérdida auditiva debido a música alta, medicamentos, infecciones o envejecimiento, pero los factores psicológicos también influyen en qué tan molesta se vuelve esta condición.
Nuevas preguntas, más allá del enojo
Uno de los aspectos más sorprendentes del estudio fue la correlación negativa entre la genética de la misofonía y la del trastorno del espectro autista (TEA). Esto llamó la atención de los expertos, ya que el TEA suele estar vinculado con problemas de sensibilidad sensorial, por lo que se esperaba una relación positiva. Esta discrepancia abre nuevas preguntas sobre los mecanismos del cerebro que diferencian ambos fenómenos.
Smit destacó que su investigación tiene limitaciones importantes. Por ejemplo, los datos se basaron en personas que dijeron tener misofonía, pero no contaban con un diagnóstico clínico. Además, el estudio se centró principalmente en la reacción de enojo ante los sonidos, sin considerar otras posibles emociones asociadas.
De hecho, la misofonía no solo se manifiesta con ira. Los síntomas pueden incluir ansiedad, repulsión, miedo o angustia emocional, así como señales físicas como aumento del ritmo cardíaco, sudoración, tensión muscular y opresión en el pecho. Comprender esta condición requiere más estudios, pero por ahora, saber que tiene raíces biológicas puede ayudar a quienes la padecen a sentirse comprendidos y buscar apoyo adecuado.
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