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Una dieta antiinflamatoria podría ayudar a los pacientes con cáncer de colon a vivir más tiempo, según un estudio

Los pacientes que combinaban esta alimentación con ejercicio regular, como caminar tres veces por semana, redujeron significativamente su riesgo de muerte.

CIUDAD DE MÉXICO.- Comer alimentos que reducen la inflamación en el cuerpo podría ayudar a las personas con cáncer de colon en etapa avanzada a vivir más tiempo. Así lo reveló una investigación presentada recientemente en una reunión de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO), celebrada en Chicago.

Un nuevo estudio sugiere que una alimentación saludable puede mejorar las probabilidades de supervivencia

La doctora Kimmie Ng, una de las autoras del estudio y especialista en oncología gastrointestinal en el Instituto Dana-Farber de Boston, explicó que esta es una de las dudas más comunes entre los pacientes: “¿Qué puedo hacer yo mismo para mejorar mis posibilidades de vivir más tiempo?”. El estudio, aunque aún no ha sido publicado en una revista científica revisada por pares, abre una ventana de esperanza sobre el impacto de la alimentación en el tratamiento del cáncer, incluso en etapas avanzadas.

El estudio analizó la dieta de 1,625 personas con cáncer de colon en etapa 3, es decir, cuando la enfermedad se ha propagado a ganglios cercanos pero no a otros órganos. Según la Sociedad Americana contra el Cáncer, con los tratamientos estándar —cirugía y quimioterapia— tres de cada cuatro pacientes en esta etapa logran vivir al menos cinco años. La nueva investigación indica que la alimentación podría influir significativamente en esas probabilidades.

Comer bien podría marcar una gran diferencia

Los participantes del estudio recibieron tratamientos similares: cirugía y de tres a seis meses de quimioterapia. Además, llenaron cuestionarios sobre su dieta durante y después de los tratamientos. A lo largo de cinco años, los investigadores dieron seguimiento a sus hábitos y su evolución.

Se encontró que quienes consumían regularmente alimentos que favorecen la inflamación —como productos ultraprocesados, azúcares en exceso y grasas saturadas— tenían hasta un 87% más riesgo de morir por la enfermedad, comparado con quienes seguían dietas más saludables. En contraste, las personas que optaban por una alimentación menos inflamatoria, rica en plantas, verduras como espinacas y zanahorias, además de café y té, mostraron mejores tasas de supervivencia.

La doctora Sara Char, coautora del estudio, señaló que el cáncer de colon tiene una relación directa con lo que se consume, ya que es un tipo de cáncer del sistema digestivo. Por eso, lo que comemos impacta de manera directa en el órgano afectado.

Apoyo práctico para cambiar hábitos

En muchos centros de tratamiento contra el cáncer, existen nutriólogos que ayudan a los pacientes a mantener una alimentación adecuada durante la quimioterapia, que a menudo provoca pérdida de apetito o dificultad para tragar. Pero, según la doctora Heather Greenlee, directora médica de medicina integrativa en el Centro Fred Hutchinson en Seattle, una vez que termina el tratamiento, los pacientes siguen necesitando orientación para adoptar cambios sostenibles.

Greenlee, quien no participó en el estudio, dirige un programa llamado Cocina para tu Vida, pensado especialmente para personas que han superado el cáncer. Para ella, investigaciones como esta son fundamentales para demostrar que los cambios en el estilo de vida pueden tener beneficios reales, incluso en enfermedades complejas.

Entre sus recomendaciones, destaca una alimentación basada en plantas, con alimentos ricos en fibra como frijoles, brócoli y coliflor. “Son buenos puntos de partida”, afirmó.

El ejercicio también cuenta

Además de la alimentación, el ejercicio físico regular también puede aumentar las probabilidades de supervivencia. Aquellos pacientes que llevaban una dieta antiinflamatoria y caminaban a paso ligero durante una hora al menos tres veces por semana, redujeron en un 63% su riesgo de morir por cualquier causa en cinco años.

Otro estudio, también presentado en la misma conferencia, encontró que hacer ejercicio de forma constante se relacionó con un 28% menos riesgo de que el cáncer reaparezca, de que surja uno nuevo o de fallecer. Estos datos refuerzan la idea de que el estilo de vida juega un papel fundamental incluso después del diagnóstico.

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Cada año, más de 150,000 personas reciben un diagnóstico de cáncer colorrectal en Estados Unidos. Para la doctora Julie Gralow, directora médica de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica, “las elecciones saludables como la dieta y el ejercicio no solo tienen impacto después del diagnóstico, sino que sus beneficios pueden ser tan buenos como los de los medicamentos, e incluso mejores”.

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