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Cómo saber si alguien es infeliz a través de cómo habla, según la psicología

El lenguaje refleja nuestro estado emocional y prestar atención a lo que decimos o escuchamos puede ayudar a mejorar el bienestar.

CIUDAD DE MÉXICO.- La búsqueda de la felicidad ha acompañado a la humanidad desde tiempos antiguos y sigue siendo uno de los temas más discutidos tanto en espacios públicos como en reflexiones personales. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), la felicidad se define como “el estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien”, además de ser “la satisfacción, sentirse a gusto y estar contento”. Sin embargo, identificar cuándo una persona no se siente feliz no siempre es evidente a simple vista.

Detectar la infelicidad a través del lenguaje cotidiano

Especialistas como Preston Ni, profesor y coach en comunicación, señalan que existen señales verbales que pueden reflejar estados de insatisfacción. En un artículo publicado en la revista Psychology Today, Ni explica que hay frases que, al repetirse con frecuencia, pueden revelar frustración, resignación o una visión negativa de la vida. Estas expresiones no son meras palabras al aire: son síntomas de un estado emocional que puede estar afectando seriamente el bienestar de quien las dice.

Frases como “así es la vida”, “nunca tengo suerte” o “¿por qué siempre me pasa a mí?” pueden parecer inofensivas, pero en realidad esconden patrones de pensamiento que podrían estar relacionados con una infelicidad más profunda. Según Ni, prestar atención a estas expresiones ayuda no solo a detectar posibles señales de alerta en otros, sino también a observar nuestros propios estados emocionales.

El impacto de las palabras en la salud emocional

Lo que decimos en el día a día no solo refleja lo que pensamos, sino también cómo nos sentimos con respecto a la vida y a nosotros mismos. Las palabras, según Preston Ni, pueden revelar más de lo que parece a simple vista. En su investigación, concluye que una actitud negativa sostenida tiene efectos negativos no solo en el ánimo, sino también en la salud física y mental.

Estas actitudes, que se manifiestan en el lenguaje, pueden limitar la forma en que una persona se relaciona con su entorno. La negatividad crónica, por ejemplo, alimenta emociones como la desesperanza, la frustración o el miedo, afectando tanto las relaciones interpersonales como el desempeño en el trabajo o los estudios. Ni aclara que, si bien todos atravesamos momentos difíciles, lo importante es cómo enfrentamos esas situaciones.

El autor remarca que hay una diferencia crucial entre reconocer un mal momento y permanecer en una actitud derrotista. La forma en que se encaran los pensamientos negativos puede ser determinante para superar la tristeza y reencontrarse con la felicidad. La clave está en adoptar una postura activa, en vez de resignarse al malestar.

Hacia una comprensión más profunda del bienestar

Este enfoque pone sobre la mesa la importancia de prestar atención al lenguaje no solo en lo que decimos, sino en lo que escuchamos a los demás. Identificar patrones negativos no es un juicio, sino una oportunidad para brindar apoyo o para iniciar un cambio en uno mismo. A veces, una conversación puede ser el primer paso para buscar ayuda o replantear la forma en que se enfrentan los desafíos diarios.

Además, la observación de estas señales permite entender que la felicidad no es un estado permanente, sino un equilibrio que puede alcanzarse al trabajar con consciencia sobre los pensamientos y emociones. Las frases cargadas de pesimismo son, muchas veces, hábitos aprendidos que pueden transformarse con el tiempo y con el acompañamiento adecuado.

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En definitiva, el lenguaje es una herramienta poderosa que no solo comunica, sino que también construye nuestra experiencia emocional. Aprender a reconocer sus matices puede ayudar a mejorar la relación con uno mismo y con los demás, y abrir caminos hacia una vida más plena y satisfactoria.

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