Esta es la mutación que permite que estos insectos ingieran alcohol sin sufrir resaca

MÉXICO.-Mientras la mayoría de los animales apenas tolera una mínima dosis de alcohol antes de sufrir efectos negativos, el avispón oriental ha desafiado toda lógica biológica: puede soportar concentraciones de etanol de hasta un 80 %.

Ahora, un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, tal como recupera National Geographic, sugiere que esta hazaña podría estar relacionada con una sorprendente adaptación genética.

La clave estaría en una mutación que multiplica las copias de un gen relacionado con la tolerancia al alcohol, lo que permitiría a estos insectos metabolizar etanol de forma extraordinaria. Esta capacidad no es simplemente un truco evolutivo curioso: tiene raíces profundas en la supervivencia.

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Sin embargo, el secreto no termina en su ADN. Los avispones orientales mantienen una relación simbiótica con la levadura de cerveza silvestre, el mismo hongo que los humanos usamos para elaborar pan y cerveza. Durante el invierno, esta levadura vive en sus estómagos, y a cambio, fermenta la fruta que los avispones consumen, liberando energía valiosa en forma de etanol.

A diferencia de las abejas melíferas europeas, que mueren al consumir alcohol en concentraciones altas, los avispones no solo sobreviven, sino que se recuperan rápidamente tras parecer completamente intoxicados. En experimentos de laboratorio, algunos insectos llegaron a quedar boca arriba, aparentemente incapacitados, pero se reincorporaron minutos después para continuar construyendo su nido como si nada hubiera pasado.

¿Por qué tanta tolerancia?

Los científicos creen que esta tolerancia descomunal tiene beneficios adicionales. El etanol tiene propiedades antimicrobianas, lo que puede ayudar a mantener saludables a estos insectos, especialmente considerando que recolectan carne en descomposición para alimentar a sus larvas.

Además, el momento de mayor maduración de frutas coincide con el pico del desarrollo de las colonias de avispones en otoño, lo que hace que la capacidad de consumir frutas fermentadas sea una ventaja ecológica decisiva.

Más allá de la curiosidad científica, el estudio podría tener implicaciones médicas. Entender cómo este gen mutado permite metabolizar el etanol podría abrir nuevas vías para el tratamiento de trastornos por consumo de alcohol en humanos, donde nuestra relación con el etanol es mucho más compleja y dañina.

Este descubrimiento también da nueva fuerza a la llamada “hipótesis del mono borracho”, que plantea que los primates, y eventualmente los humanos, han tenido una relación evolutiva con el alcohol desde que comenzaron a consumir frutas fermentadas hace millones de años.