Cómo ejercitar el olfato podría retrasar el envejecimiento y fortalecer la salud mental
Su pérdida puede anticipar enfermedades como el alzhéimer y el párkinson, e incluso predecir la mortalidad en la mediana edad.
CIUDAD DE MÉXICO.- En los últimos años, el sentido del olfato ha tomado un papel protagónico en la investigación médica relacionada con la salud cerebral. De acuerdo con la revista New Scientist, la pérdida del olfato no solo anticipa enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson, sino que también puede predecir la mortalidad en la mediana edad. Este hallazgo ha puesto en alerta a la comunidad científica sobre la importancia de monitorear y conservar esta función sensorial.
El olfato como indicador clave para la salud cerebral
Además, estudios recientes sugieren que ejercitar el olfato de forma regular puede ayudar a reducir o incluso revertir el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento. El entrenamiento olfativo se presenta como una estrategia sencilla y accesible para preservar la agudez mental y mejorar la calidad de vida, especialmente tras el aumento de casos de disfunción olfativa provocados por la pandemia de COVID-19, que afectó a millones con pérdida temporal o permanente de este sentido.
Por mucho tiempo se consideró que la disminución en la capacidad para detectar olores era un efecto inevitable del envejecimiento. Sin embargo, la evidencia científica ha revelado que este deterioro está ligado a más de cien afecciones, incluyendo la esclerosis múltiple, la depresión y, por supuesto, enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson, lo que resalta la relevancia del olfato como un marcador importante para la salud general y cerebral.
El olfato, un sentido más complejo de lo que se pensaba
Históricamente, el olfato humano fue subestimado; en el siglo XIX, el neuroanatomista Paul Broca incluso clasificó a los humanos como “anosmáticos” o incapaces de oler bien en comparación con otros mamíferos. Sin embargo, investigaciones actuales desmienten esta idea. Por ejemplo, un estudio de la Universidad Rockefeller en 2014 estimó que una persona promedio puede distinguir hasta un billón de olores, mucho más de los 10 mil olores que se pensaba anteriormente.
La prevalencia de problemas olfativos varía según regiones y edades. En Estados Unidos, un estudio realizado antes de la pandemia encontró que más del 12% de la población tenía deterioro olfativo; en Suecia, la cifra alcanzó el 19%. En ambos países, la incidencia aumenta con la edad, reforzando la importancia de este sentido como indicador del envejecimiento saludable y de riesgo para enfermedades neurológicas.
La pandemia de COVID-19, que afectó la capacidad olfativa de millones de personas, evidenció la urgencia de conservar y entrenar este sentido, no solo por su función sensorial, sino también por su impacto en la salud cerebral. La pérdida del olfato no es solo una cuestión de detectar aromas, sino que puede afectar la memoria, las emociones y la calidad de vida.
Entrenamiento olfativo: una herramienta para la mente y el bienestar
El impacto de la pérdida olfativa trasciende la simple percepción de olores. Chrissi Kelly, quien perdió el olfato en 2012, relató que la experiencia le provocó un aislamiento emocional y una depresión profunda, situación común en quienes sufren esta condición. Estudios como el de Thomas Hummel, de la Universidad Tecnológica de Dresde, han encontrado que al mejorar la función olfativa también mejora el estado de ánimo, lo que refleja la estrecha relación entre olfato y salud mental.
Varios estudios demuestran que el olfato está vinculado con el desempeño cognitivo. Por ejemplo, el estudio LIFE en Leipzig evaluó a 7,000 adultos y concluyó que quienes tenían un olfato más débil presentaban peor desempeño en memoria, atención y aprendizaje, incluso controlando factores como edad y educación. Además, las pruebas olfativas han demostrado ser mejores predictores del desarrollo de deterioro cognitivo que algunos exámenes mentales tradicionales.
El entrenamiento olfativo, que consiste en la exposición diaria a aromas como clavo, eucalipto, rosa y limón, ha mostrado beneficios para recuperar el sentido y mejorar funciones cerebrales. Investigaciones lideradas por expertos como Michael Leon y David Vance indican que esta práctica puede ralentizar o revertir el deterioro cognitivo, con estudios que incluso reportan crecimiento en áreas cerebrales relacionadas con la memoria, como el hipocampo. Estos hallazgos colocan al olfato como una vía prometedora para mantener la salud cerebral y la calidad de vida en la adultez.