No todas las caminatas son iguales: lo que dice la ciencia sobre el paseo ideal
Caminar es beneficioso para la salud, pero estudios recientes indican que el entorno y los estímulos sensoriales influyen en la magnitud de esos beneficios.

CIUDAD DE MÉXICO.- Caminar ha sido considerado desde siempre como una actividad saludable, tanto para el cuerpo como para la mente. Sin embargo, investigaciones recientes revelan que no todos los paseos tienen el mismo impacto. Factores como el entorno, el ritmo, los sonidos y hasta los aromas influyen directamente en los beneficios que se obtienen al caminar.
Paisajes que curan cuerpo y mente
Según la revista New Scientist, variables como el tipo de paisaje o los estímulos sensoriales pueden multiplicar los efectos positivos de una caminata. Aunque cualquier paseo favorece la salud cardiovascular y el fortalecimiento muscular, exponerse a ciertos ambientes puede generar beneficios adicionales en la presión arterial, el sistema inmune e incluso la función cognitiva.
Uno de los hallazgos más interesantes está relacionado con las ondas cerebrales theta —de entre 7 y 8 hercios— que se activan al caminar a ritmo constante. Estas ondas están asociadas con mejoras en la memoria y el estado de ánimo. Además, la teoría de la restauración de la atención plantea que caminar en la naturaleza permite liberar la mente del esfuerzo constante de la vida diaria, promoviendo así un estado mental más relajado.
Aromas que fortalecen el sistema inmune
Los científicos también han comenzado a estudiar cómo los olores del entorno afectan la salud. Algunos árboles, como los pinos y abetos, emiten compuestos naturales como el α- y β-pinene, que han demostrado reducir el estrés, disminuir la presión arterial y activar células inmunes conocidas como NK, fundamentales en la defensa del cuerpo.
Estos efectos no se limitan a los paseos por bosques. El neurobiólogo Michael Leon, de la Universidad de California en Irvine, ha señalado que enriquecer una caminata con una variedad de olores agradables puede ser clave. En estudios con personas mayores, la exposición diaria a 40 aromas distintos ayudó a mejorar síntomas de demencia y fortaleció regiones cerebrales asociadas a la memoria y el lenguaje.
También el aire marino ha mostrado beneficios comprobables. Se ha descubierto que contiene moléculas de origen vegetal y bacteriano que influyen positivamente en la expresión genética. Esto activa mecanismos de defensa frente a inflamaciones, tumores y ciertos desórdenes metabólicos, aportando evidencia científica a una creencia popular de larga data.
Paisajes visuales y beneficios inesperados
Más allá del olfato, la inhalación de “aeronutrientes” como el yodo —presentes en zonas costeras— sugiere que ciertos compuestos del ambiente podrían complementar la nutrición corporal. Este hallazgo, propuesto por investigadores como Steve Robinson y Flávia Fayet-Moore, cuestiona la idea de que todos los nutrientes provienen exclusivamente de los alimentos.
Incluso la preferencia por determinados paisajes podría tener un origen evolutivo. La profesora Kathy Willis, de la Universidad de Oxford, afirma que los entornos con una complejidad visual media —como praderas abiertas— inducen ondas cerebrales relacionadas con la calma y la concentración. A partir de esta información, ha modificado sus rutas de caminata para aprovechar estos beneficios.
En zonas montañosas o de acantilados, la irregularidad del terreno añade otro nivel de beneficios. Caminar en estos espacios genera un entrenamiento por intervalos, combinando esfuerzo físico con momentos de descanso. Este tipo de ejercicio ha mostrado ser útil en el control de la diabetes tipo 2 y en el fortalecimiento muscular, sin necesidad de seguir rutinas estrictas.
También la ciudad puede sanar
Aunque el entorno natural ofrece ventajas evidentes, caminar en espacios urbanos también resulta positivo. Ulrika Stigsdotter, investigadora de la Universidad de Copenhague, comparó los efectos de caminar en jardines botánicos y en calles céntricas, y encontró que ambos entornos produjeron mejoras en la presión arterial y el estado de ánimo, aunque con una ligera ventaja para los espacios verdes.
Lo importante parece ser la calidad de los estímulos. La arquitectura interesante o la historia de un barrio pueden generar un impacto emocional restaurador similar al de un parque, siempre que el ambiente no esté saturado de ruido o distracciones. Por el contrario, un espacio urbano mal diseñado podría no ofrecer los mismos efectos.
Para quienes tienen poco tiempo, las noticias siguen siendo alentadoras. Con tan solo 20 minutos de caminata en un entorno verde, se puede reducir el nivel de cortisol, la hormona del estrés, y mejorar el bienestar general. Y para quienes buscan beneficios más duraderos, las caminatas largas, como las realizadas en rutas famosas, pueden ofrecer estados mentales similares a la meditación, con efectos que perduran durante días.
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