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Así fue como el plástico pasó de ser un invento brillante a una amenaza global

El plástico, tal como lo conocemos, nació en 1907 de la mano del químico belga Leo Baekeland.

Así fue como el plástico pasó de ser un invento brillante a una amenaza global

La contaminación por plásticos se ha convertido en uno de los problemas ambientales más urgentes del siglo XXI. Con millones de toneladas de desechos acumulándose en los océanos, afectando a la fauna y posiblemente también a la salud humana, la pregunta es inevitable: ¿podemos limpiar este desastre?

Una invención que cambió el mundo

El plástico, tal como lo conocemos, nació en 1907 de la mano del químico belga Leo Baekeland. Fue un invento revolucionario: liviano, duradero y versátil. Tras la Segunda Guerra Mundial, la producción de plásticos se disparó, y con ella, su presencia en todos los aspectos de la vida moderna, desde la medicina hasta la exploración espacial. Sin embargo, su éxito fue también el inicio de su mayor problema: la cultura del “usar y tirar”.

Hoy en día, el 40 % del plástico que se produce es de un solo uso. Es decir, objetos como bolsas, envolturas y envases cuya vida útil puede durar apenas unos minutos, pero que permanecen en el ambiente durante siglos.

Números que alarman

Desde 1950, la producción de plástico se ha disparado de 2.3 millones de toneladas a más de 448 millones en 2015, y se espera que esta cifra se duplique para 2050. Cada año, aproximadamente 8 millones de toneladas de desechos plásticos terminan en los océanos. Es como si cinco bolsas llenas de basura se depositaran en cada metro de costa del planeta cada año.

Además, los aditivos que se les agregan a los plásticos para hacerlos más fuertes o flexibles también los hacen más resistentes a la descomposición. Se estima que algunos pueden tardar más de 400 años en degradarse.

Microplásticos, un enemigo invisible

Cuando el plástico llega al mar, el sol, el viento y las olas lo fragmentan en diminutas partículas llamadas microplásticos, de menos de cinco milímetros. Estos se han detectado desde la cima del Everest hasta el fondo de la Fosa de las Marianas.

Lo más alarmante es que también han sido hallados en sistemas de agua potable, en el aire y dentro del cuerpo humano: en la sangre, los pulmones y las heces. Aunque los científicos aún investigan el impacto exacto en la salud, ya hay pruebas de que pueden dañar células y órganos.

Una amenaza para la vida silvestre

Cada año, millones de animales mueren por culpa del plástico. Más de 2,000 especies han sido afectadas, incluyendo aves marinas, peces, tortugas, focas y hasta elefantes y camellos. Las causas más comunes: enredos con basura plástica o bloqueos en el sistema digestivo por ingerirla accidentalmente.

Microplásticos también se han encontrado en más de 100 especies acuáticas que forman parte de nuestra dieta. Y estudios recientes sugieren que las larvas de peces consumen fibras plásticas desde los primeros días de vida, lo cual podría afectar gravemente su desarrollo.

¿Es posible revertir la crisis?

Una vez que el plástico llega al océano, es extremadamente difícil recuperarlo. Existen dispositivos como Mr. Trash Wheel en Baltimore, que recolectan residuos grandes en cuerpos de agua interiores, pero los microplásticos en mar abierto son prácticamente imposibles de eliminar.

Por eso, los expertos coinciden: la mejor solución no está en limpiar, sino en prevenir. Esto implica mejorar los sistemas de recolección de basura, aumentar el reciclaje, rediseñar productos para que sean más sostenibles y, sobre todo, reducir drásticamente la producción de plásticos de un solo uso.

Ya hay avances. Varios países han comenzado a prohibir bolsas plásticas, y en California, por ejemplo, se espera que estén completamente prohibidas para 2026. A nivel global, las Naciones Unidas están trabajando en un tratado internacional para frenar esta crisis.

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El plástico transformó al mundo. Ahora, también lo está asfixiando. Nos toca a nosotros decidir si seguimos ahogándonos en desechos o si finalmente tomamos las riendas y comenzamos a limpiar el desastre que nosotros mismos creamos.

Con información de Natgeo.

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