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¿De dónde obtenemos dopamina en el mundo actual? Esto dice la neurociencia

En redes sociales se ha popularizado la idea de que la dopamina causa malestar por el uso excesivo de pantallas, lo que ha dado lugar a supuestas “dietas dopaminérgicas”.

¿De dónde obtenemos dopamina en el mundo actual? Esto dice la neurociencia

CIUDAD DE MÉXICO.- En redes sociales se ha difundido la idea de que la dopamina es la culpable del malestar moderno, lo que ha llevado a propuestas como las llamadas “dietas dopaminérgicas”. Según estas tendencias, reducir el uso de pantallas podría “desintoxicar” el cerebro y devolverle un equilibrio perdido. Esta narrativa coloca a la dopamina como una especie de “veneno” del cerebro contemporáneo.

Un neurotransmisor mal entendido

Sin embargo, expertos en neurociencia advierten que estas creencias no tienen sustento científico. En entrevista con National Geographic, el neurocientífico Diego Emilia Redolar Ripoll, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, desmintió esta postura: “Es imposible que nos emborrachemos de dopamina”, sentenció.

Lejos de ser solo una fuente de placer, la dopamina juega un papel central en funciones como la motivación, el refuerzo y la predicción de recompensas. Según Redolar, esta sustancia se produce en áreas específicas del cerebro y no genera placer directo, sino que impulsa la búsqueda de objetivos con valor personal o emocional.

Tecnología, estímulos y recompensa

La idea de que las redes sociales “intoxican” con dopamina ha sido desmentida por investigaciones recientes. Redolar explicó que el cerebro libera neurotransmisores de forma regulada y que desequilibrios importantes se relacionan con enfermedades como el Parkinson o la esquizofrenia, no con el uso cotidiano de tecnología.

Lo que sí ocurre con las plataformas digitales es una activación frecuente de los circuitos de recompensa. Cada notificación o interacción genera pequeñas dosis de dopamina que refuerzan el comportamiento de búsqueda, lo que ayuda a explicar por qué es tan difícil dejar de revisar el celular.

Este fenómeno se relaciona con lo que la neurociencia llama “error en la predicción del refuerzo”, un proceso que permite al cerebro ajustar sus expectativas en función de lo que obtiene. La actividad de la corteza prefrontal —encargada del autocontrol— también influye en la capacidad de posponer gratificaciones inmediatas en favor de beneficios a largo plazo.

Más allá del mito digital

La llamada “dieta de dopamina” fue ideada por el psicólogo Cameron Sepah como una técnica para fortalecer el autocontrol, pero su difusión en redes distorsionó el concepto hasta convertirlo en una supuesta terapia neuroquímica. Hoy, muchas de estas recomendaciones promueven el aislamiento o la abstinencia digital, lo que puede tener efectos negativos si no se aplica con criterio.

Redolar subrayó que limitar el uso de pantallas puede ser útil como parte de una estrategia consciente, pero alertó sobre los riesgos del aislamiento: “El ser humano es un animal social por naturaleza... Aislarlo puede tener efectos más negativos”, afirmó en National Geographic.

En lugar de adoptar posturas extremas, el especialista sugiere identificar los estímulos más problemáticos y regularlos de manera progresiva. De este modo, se puede lograr un mejor equilibrio sin comprometer la salud emocional ni las relaciones interpersonales.

El verdadero reto: gestionar, no eliminar

La vida digital actual está llena de señales diseñadas para captar la atención: notificaciones, mensajes, contenidos breves… Estos estímulos se asocian rápidamente con recompensas, lo que hace que el sistema de dopamina aprenda a responder de forma cada vez más automática y eficiente.

Redolar explicó que este aprendizaje neuronal no es un fenómeno dañino por sí mismo, sino parte del funcionamiento natural del cerebro. El reto, entonces, no es “desconectar la dopamina”, sino aprender a gestionar estos estímulos para que no dominen nuestras decisiones ni nuestro bienestar.

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Autor del libro La mujer ciega que podía ver con la lengua, Redolar defiende una mirada basada en la ciencia para entender cómo funcionan nuestras emociones y conductas. Como concluye National Geographic, el problema no es la dopamina, sino el uso que hacemos de los entornos digitales. La clave está en reforzar el autocontrol sin caer en extremos que puedan afectar nuestra salud mental.

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