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La falta de sueño: un riesgo subestimado para la salud del corazón

La falta de sueño eleva proteínas inflamatorias en la sangre y reduce los beneficios del ejercicio.

La falta de sueño eleva proteínas inflamatorias en la sangre y reduce los beneficios del ejercicio/Foto: Canva

CIUDAD DE MÉXICO.- Un estudio reciente de la Universidad de Uppsala, en Suecia, ha demostrado cómo incluso breves periodos de sueño restringido pueden perjudicar seriamente al corazón. En un experimento con 16 hombres jóvenes y saludables, los investigadores observaron que dormir apenas cuatro horas por noche durante tres noches consecutivas generaba cambios preocupantes en los biomarcadores sanguíneos relacionados con enfermedades cardíacas.

La falta de sueño: un riesgo subestimado para la salud del corazón

El estudio, realizado en un entorno de laboratorio cuidadosamente controlado, se centró en proteínas inflamatorias que el cuerpo produce bajo estrés o para combatir infecciones. Estas proteínas, cuando se mantienen elevadas por mucho tiempo, pueden dañar los vasos sanguíneos y elevar el riesgo de padecer insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria o fibrilación auricular, una forma de arritmia común.

Además, se comprobó que la respuesta fisiológica al ejercicio también se ve afectada por la falta de sueño. Normalmente, la actividad física promueve proteínas beneficiosas para el corazón, pero tras dormir poco, esa respuesta se debilita. Así, el sueño inadecuado no solo aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, sino que también reduce los beneficios del ejercicio regular.

El sueño como parte de la salud integral

Uno de los hallazgos más alarmantes fue que estos efectos adversos aparecieron incluso en adultos jóvenes tras solo tres noches de sueño insuficiente. En un contexto actual donde el insomnio es cada vez más común, ya sea por trabajo, uso de dispositivos o hábitos nocturnos, el estudio sirve como un fuerte llamado de atención sobre el papel del sueño en la salud del corazón.

La Asociación Americana del Corazón (AHA) subraya que no solo es importante la cantidad de horas dormidas, sino también su calidad. Problemas como los despertares nocturnos frecuentes, la dificultad para mantener un horario regular o la sensación de no haber descansado pueden tener un impacto directo en la salud cardiovascular y metabólica.

El sueño deficiente se asocia con un aumento del riesgo de hipertensión, obesidad, diabetes tipo 2 y resistencia a la insulina. Además, la irregularidad en los horarios de sueño, similar al “jet lag social”, también puede elevar los niveles de inflamación y presión arterial, sumando más factores de riesgo para el corazón.

Dormir bien, una prioridad para el corazón

La AHA ha incorporado la duración y calidad del sueño en sus recomendaciones de salud cardiovascular conocidas como “Life’s Essential 8”. Dormir entre siete y nueve horas por noche ayuda a reducir la probabilidad de padecer enfermedades como hipertensión o diabetes tipo 2, reforzando la importancia de un enfoque integral del descanso.

Este enfoque reconoce al sueño como un pilar tan importante como la dieta, el ejercicio físico o la eliminación del tabaco. La clave está en atender tanto los aspectos cuantitativos (cuántas horas se duerme) como los cualitativos (cómo se duerme y qué tan regular es ese patrón), ya que todos estos factores interactúan con la salud cardiometabólica.

Por ello, los especialistas insisten en que mantener horarios regulares para dormir y despertar, evitar interrupciones durante la noche y lograr un descanso satisfactorio puede ser tan importante como controlar el colesterol o la presión arterial.

Crear un entorno adecuado para dormir

Para lograr un sueño de calidad, se recomienda establecer rutinas que favorezcan la relajación antes de acostarse. Actividades como la lectura, la meditación o escuchar música tranquila pueden ayudar a reducir el estrés y preparar el cuerpo para el descanso nocturno.

El ambiente en el que se duerme también juega un papel clave. Se aconseja que la habitación esté oscura, silenciosa y a una temperatura agradable. Evitar luces brillantes y ruidos molestos ayuda a mantener un sueño continuo y reparador.

Además, es importante limitar el uso de pantallas electrónicas antes de dormir. La exposición a la luz azul que emiten celulares, tablets y computadoras puede interferir con la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, dificultando conciliar el descanso.

Hábitos que fortalecen el descanso

La actividad física regular también contribuye a un mejor sueño, aunque es preferible evitarla justo antes de acostarse. Asimismo, se debe moderar el consumo de cafeína y alcohol, ya que ambas sustancias pueden alterar los ciclos del sueño e interferir con su calidad.

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La suma de estos hábitos no solo mejora el descanso nocturno, sino que también tiene beneficios comprobados para la salud cardiovascular. Dormir bien ayuda a regular el ritmo cardíaco, mantener la presión arterial estable y controlar el metabolismo de la glucosa.

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