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La divagación mental: ¿Distraerse ayuda o perjudica el aprendizaje?

Nuevos estudios sugieren que la divagación mental (mind wandering), lejos de ser una distracción inútil, puede mejorar el aprendizaje y la memoria, especialmente en tareas repetitivas o de baja exigencia.

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante mucho tiempo, el concepto de distracción ha sido visto como un obstáculo para el aprendizaje. En teoría, concentrarse al máximo es la clave para retener información. Sin embargo, nuevos estudios publicados en Journal of Neuroscience proponen un giro interesante: dejar que la mente divague podría ser beneficioso, especialmente en tareas repetitivas o que no requieren demasiada atención.

La divagación mental: ¿enemiga del aprendizaje o aliada inesperada?

El fenómeno conocido como mind wandering, o divagación mental, ocurre cuando nuestra mente se aleja de la tarea en curso y se enfoca en pensamientos ajenos al momento presente. Aunque esto suena contraproducente, investigaciones recientes señalan que este tipo de distracción puede mejorar la memoria y favorecer el aprendizaje no consciente.

De hecho, expertos estiman que pasamos hasta la mitad del día en este tipo de divagación. Lejos de ser una pérdida de tiempo, podría tratarse de un proceso natural del cerebro para procesar información, reorganizar ideas y consolidar conocimientos, sin que tengamos que esforzarnos conscientemente.

Diferencias entre soñar despiertos y divagar con propósito

El psicólogo Peter Simor, investigador en este campo, aclara que no todo tipo de distracción mental es igual. A diferencia de la ensoñación (daydreaming), que ocurre cuando no estamos haciendo nada en particular, el mind wandering sucede mientras realizamos alguna actividad, aunque esta no exija toda nuestra atención. Por eso, se da con frecuencia al caminar, lavar los trastes o incluso al escuchar música de fondo.

Aunque los beneficios son cada vez más reconocidos, la mayoría de los estudios anteriores ponían el foco en los efectos negativos. Por ejemplo, se sabe que la divagación puede afectar la toma de decisiones o hacer peligrosas tareas como conducir o realizar procedimientos médicos, donde la concentración es clave.

Sin embargo, no toda distracción tiene por qué ser perjudicial. De hecho, en ciertos contextos, puede incluso mejorar el rendimiento. Según Simor, cuando la mente se permite “desconectarse” brevemente, parece abrirse un espacio para que el aprendizaje ocurra en un segundo plano.

Una vía para el aprendizaje inconsciente

En un experimento reciente, el equipo de Simor pidió a los participantes realizar una tarea de aprendizaje probabilístico. A lo largo del ejercicio, los participantes informaban cuán distraídos se sentían. Sorprendentemente, aquellos cuya mente divagaba espontáneamente mostraron un mejor desempeño en términos de aprendizaje general, aunque cometieran pequeños errores de precisión.

Esta mejora se relaciona con la absorción pasiva de información, un proceso en el que el cerebro capta y retiene datos sin que lo notemos. El análisis de la actividad cerebral reveló que la divagación estaba asociada con patrones neuronales similares a los del sueño ligero, lo que sugiere que, incluso despiertos, el cerebro puede entrar en un “modo offline” para procesar datos.

Los autores del estudio proponen que este estado podría ser una especie de “descanso vigilante”, en el que el cerebro toma un respiro y, al mismo tiempo, sigue trabajando. Esto permitiría consolidar recuerdos y aprender de manera más fluida, sin la tensión de una tarea exigente.

La clave: saber cuándo dejarse llevar

A pesar de estos hallazgos, la investigación aún está en desarrollo. La mayoría de los modelos actuales del aprendizaje se centran en el enfoque activo, donde se busca mantener la atención de forma continua. Sin embargo, en la vida diaria, muchas veces aprendemos cosas importantes sin darnos cuenta, simplemente por exposición o repetición.

Esto plantea una pregunta interesante: ¿cómo podemos aprovechar de forma consciente estos momentos de divagación mental para mejorar nuestra forma de aprender? Tal vez, en vez de luchar contra la distracción en todo momento, deberíamos aprender a reconocer cuándo puede jugar a nuestro favor.

Además, se están investigando factores que influyen en este proceso, como el sueño. Dormir poco o mal podría interferir con la capacidad de la mente para divagar de manera útil, lo que subraya la importancia de un buen descanso para el rendimiento cognitivo general.

Aprender sin darnos cuenta sí es posible

Comprender mejor cómo y cuándo el mind wandering puede ser beneficioso nos da una nueva perspectiva sobre cómo funciona el cerebro. En lugar de ver la distracción como un error, podríamos comenzar a verla como una herramienta natural que, bien gestionada, nos ayuda a aprender sin esfuerzo.

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La clave está en no confundir divagación con descuido. Si se trata de una tarea que no requiere atención completa, permitir que la mente explore otros pensamientos podría ser justo lo que necesitamos para aprender más y mejor, incluso sin darnos cuenta.

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