¿Desayunar o no desayunar?: lo que dice la ciencia sobre la primera comida del día
Aunque sigue siendo útil para regular la glucosa y evitar excesos más tarde, no todas las personas lo necesitan.

CIUDAD DE MÉXICO.- A primera hora del día, mientras los niños desayunan antes de ir a la escuela, muchos adultos apenas alcanzan a tomar una taza de café. Esta escena, común en muchas casas, refleja un cambio en la relación con el desayuno: una comida que durante años fue considerada esencial, pero que hoy es cuestionada o, directamente, ignorada por un sector de la población.
Una rutina que ya no es regla
Aunque la visión tradicional sigue vigente —el desayuno ayuda a regular la glucosa, aporta energía y evita comer en exceso más tarde—, la ciencia nutricional contemporánea ofrece ahora una mirada más flexible. Algunos expertos afirman que no todos necesitan desayunar al levantarse, y que la clave está en observar las señales del cuerpo y mantener un equilibrio general a lo largo del día.
La falta de tiempo, el poco apetito o simplemente la costumbre son algunas de las razones por las que muchos adultos omiten esta comida. Si bien esto no representa automáticamente un problema de salud, puede relacionarse con otros hábitos menos saludables, como comer más durante la noche o elegir alimentos poco nutritivos cuando finalmente se tiene hambre.
¿Por qué a veces no da hambre en la mañana?
Una razón común por la cual algunas personas no sienten hambre al despertar es haber comido tarde la noche anterior. Si el cuerpo aún está digiriendo, es probable que no tenga ganas de volver a alimentarse tan temprano. Con el tiempo, saltarse el desayuno se vuelve un hábito, y el cuerpo simplemente deja de enviar señales de hambre en ese horario.
Según la nutricionista Ivory Loh, este patrón puede llevar a consumir una gran parte de las calorías diarias durante la noche, lo cual no solo afecta el sueño, sino que también puede contribuir al aumento de peso. Por eso, recomienda reintroducir el desayuno de manera gradual durante unas tres semanas, para que el cuerpo recupere su ritmo natural de apetito matutino.
Por otra parte, muchas personas creen que una taza de café es suficiente para empezar el día. Y aunque el café tiene un efecto estimulante que puede suprimir el apetito, esto es solo temporal. Si se reemplaza el desayuno por café con leche, por ejemplo, se puede enmascarar el hambre sin cubrir realmente las necesidades nutricionales.
Otras formas de desayunar y el papel del ayuno
No todas las personas disfrutan los desayunos clásicos como huevos o cereales. Para ellas, pensar fuera de lo tradicional puede ser útil. Comer las sobras de la cena, como espaguetis o sopa, también puede ser una opción válida. Ivory Loh, por ejemplo, creció con desayunos distintos a los occidentales y hoy elige alimentos simples como tostadas con requesón.
Además, opciones como yogur con fruta o batidos pueden funcionar para quienes no tienen mucho tiempo. Según la especialista Lauren Au, lo importante es que haya algo que aporte energía y nutrientes. Incluso añadir un poco de colágeno al café puede ser una forma práctica de sumar proteínas desde temprano.
En paralelo, algunas personas optan por el ayuno intermitente, que consiste en restringir las horas del día en las que se puede comer. Aunque puede ayudar a bajar de peso y controlar la glucosa, no es una práctica adecuada para todos. Malone advierte que incluso tomar jugo durante el ayuno puede interrumpir sus beneficios, por lo que se recomienda seguir esta estrategia bajo supervisión profesional.
Escuchar al cuerpo
No hay una única forma correcta de empezar el día. Para algunas personas, el desayuno sigue siendo una pieza clave del bienestar. Para otras, puede no ser necesario, siempre que el cuerpo reciba lo que necesita en el resto del día. “No lo dejes para el último momento”, dice Loh, pero también reconoce que la decisión debe ajustarse a cada persona.
La recomendación más importante es comer con conciencia. Saber qué se come, en qué momento y por qué, permite tomar mejores decisiones para la salud general. Ya sea un desayuno completo, un batido ligero o una rutina de ayuno, lo fundamental es que sea una elección informada y adaptada a las necesidades personales.
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El debate sobre el desayuno sigue abierto, pero con una tendencia clara: no se trata de imponer reglas rígidas, sino de aprender a escuchar al cuerpo y respetar sus ritmos.
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