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Escuchar música que te gusta ayuda al cerebro a generar efectos similares a los de un analgésico, según estudios

Escuchar música activa sustancias en el cerebro como la dopamina, las endorfinas y la oxitocina, lo que genera placer y bienestar emocional.

CIUDAD DE MÉXICO.- Escuchar música no solo es un pasatiempo placentero, también tiene efectos comprobados en la salud mental y emocional. Escuchar música no solo es un pasatiempo placentero, también tiene efectos comprobados en la salud mental y emocional. Según explicó la musicoterapeuta Jorgelina Benavídez, coordinadora del Equipo de Musicoterapia INECO, al oír nuestras canciones favoritas se libera dopamina, una sustancia cerebral que produce sensaciones de satisfacción. “Por eso sentimos placer al escuchar la música que nos gusta”, señaló la especialista.

La música y el cerebro: una conexión que beneficia la salud mental

Si a esto se le suma el canto, el beneficio aumenta. Cantar activa la liberación de otras sustancias como la oxitocina y las endorfinas, comúnmente conocidas como “hormonas de la felicidad”. Estos procesos bioquímicos pueden ayudar a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y generar una sensación general de bienestar. A pesar de lo mucho que se ha avanzado en el estudio del cerebro, los mecanismos exactos detrás del disfrute musical aún no están completamente claros.

Un reciente estudio del Centro PET de Turku, en Finlandia, arrojó nueva luz sobre este tema. Utilizando tecnología avanzada como la tomografía por emisión de positrones (TEP), los investigadores comprobaron que al escuchar música placentera se activan los receptores opioides del cerebro. Esta respuesta está relacionada con funciones esenciales para la supervivencia, como el alivio del dolor, el placer sexual o el disfrute de la comida. El hallazgo fue publicado en la Revista Europea de Medicina Nuclear.

Opioides naturales y música: más allá del entretenimiento

Los investigadores encontraron que estos receptores opioides también están relacionados con lo que se conoce como “escalofríos musicales”, una respuesta física que algunas personas experimentan al escuchar canciones que les generan gran placer. Entre más receptores opioides presentaban los participantes del estudio, mayor era la intensidad del placer musical vivido. Es decir, hay una relación directa entre la estructura cerebral y la forma en que se experimenta la música.

El doctor Vesa Putkinen, uno de los autores del estudio, explicó que este fenómeno confirma por primera vez que la música activa el sistema opioide cerebral. Esto ayuda a entender por qué, a pesar de no ser una necesidad básica como comer o dormir, la música puede generar sensaciones tan intensas de placer. Por su parte, el profesor Lauri Nummenmaa agregó que esta activación cerebral también podría explicar el efecto analgésico de la música observado en tratamientos médicos o terapias emocionales.

Estos descubrimientos abren una nueva línea de investigación para desarrollar tratamientos no invasivos para el dolor físico y trastornos mentales, usando la música como aliada. Los expertos destacan que comprender cómo el cerebro responde a la música es clave para crear terapias más eficaces, accesibles y centradas en el bienestar integral de las personas.

Más que placer: la música también fortalece la memoria

Además de generar placer, la música también tiene un impacto positivo en la memoria y otras funciones cognitivas. Un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), publicado en Nature Communications, mostró que las emociones provocadas por la música pueden mejorar significativamente la capacidad de recordar. Al inducir cambios emocionales durante tareas cotidianas, los investigadores lograron transformar experiencias comunes en recuerdos vívidos y duraderos.

Este proceso, según explicaron los autores del estudio, ayuda a dividir los recuerdos en episodios definidos, lo que facilita su almacenamiento y recuperación. La música actúa como un marcador emocional, destacando ciertos momentos del día y ayudando a estructurar nuestra narrativa personal. Esta capacidad podría utilizarse para mejorar la memoria en personas con trastornos como el estrés postraumático o la depresión.

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Por último, la musicoterapeuta Benavídez resaltó que aprender a tocar un instrumento también implica un alto nivel de exigencia cerebral. Este ejercicio estimula la motricidad fina, la corteza visual y otras funciones cognitivas como la atención y la memoria. “Estudiar un instrumento es como aprender un nuevo idioma, una verdadera gimnasia para el cerebro”, concluyó. Estos hallazgos refuerzan la idea de que la música no solo emociona, sino que también fortalece nuestra mente.

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