El pueblo japonés que creó espantapájaros con forma de personas reales

En el pequeño pueblo de Nagoro, en Japón, la población ha disminuido drásticamente durante las últimas décadas. De haber albergado a cientos de habitantes, hoy quedan menos de 30 personas viviendo allí. Pero lo curioso no es solo el éxodo rural, sino la peculiar forma en la que el pueblo ha lidiado con la soledad: llenándolo de muñecos espantapájaros de tamaño real que representan a los antiguos vecinos.

Un pueblo habitado por figuras inmóviles

Todo comenzó cuando Ayano Tsukimi, una artista local, regresó a Nagoro tras muchos años fuera y encontró que su aldea natal estaba casi desierta. Para recordar a su padre, construyó un muñeco con su ropa y lo colocó en el jardín. Le gustó tanto el resultado que siguió creando figuras, representando a antiguos vecinos, maestros, granjeros, y hasta niños de la escuela que ya no existe. Actualmente, hay más de 350 figuras repartidas por el pueblo.

Los muñecos están colocados en posiciones naturales: sentados en bancas, esperando el autobús, trabajando en los campos o asistiendo a clases en una escuela vacía. Con el tiempo, se convirtieron en la nueva población de Nagoro, al punto de que hay más muñecos que personas reales.

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Lo que comenzó como un proyecto personal terminó atrayendo a visitantes de todo el mundo. Nagoro, también conocido como “el pueblo de los espantapájaros”, ha aparecido en documentales, reportajes y hasta en libros de fotografía. Los turistas llegan intrigados por esta mezcla de arte, memoria y abandono.