El marinero que le dio forma a la historia de las donas
La práctica solución que hizo del agujero un ícono mundial.

Detrás de cada dona hay una historia redonda… y con un agujero al centro. Aunque hoy las donas son un clásico de la panadería dulce que conquista vitrinas y antojos por igual, su característica forma no nació como una cuestión estética. Al contrario, es el resultado de una solución ingeniosa a un problema muy concreto: una cocción desigual.
Un problema en alta mar
La historia más popular sobre el origen del agujero se remonta al siglo XIX y tiene como protagonista a un marinero estadounidense llamado Hanson Gregory. Según el relato, durante sus largos viajes en barco, Gregory solía comer una especie de pastelillo frito que, aunque delicioso por fuera, siempre quedaba crudo en el centro. Cansado de desperdiciar la parte interna, decidió tomar cartas en el asunto —literalmente— con la tapa de una lata de pimienta.
Fue así como, con un gesto práctico y sencillo, perforó el centro de la masa antes de freírla. ¿El resultado? Una pieza de pan dulce que se cocinaba de manera uniforme y quedaba dorada por fuera, suave por dentro, sin zonas crudas. Así nació la dona tal como la conocemos hoy.
Más allá del horno (y del centro)
Con el paso del tiempo, este corte central no solo resolvió un problema de cocción: también mejoró el agarre de la dona y se convirtió en su sello distintivo. Hoy en día, su forma es reconocida en todo el mundo, y es difícil imaginar una dona sin ese vacío en el medio.
Pero la historia no acaba ahí. El centro que se extrae al hacer la dona no se desperdicia. Al contrario: dio origen a una nueva delicia conocida como donut hole o “agujero de dona”. Más pequeñas, sí, pero con el mismo potencial para conquistar paladares. Se preparan como bocados dulces que se cubren de azúcar, se rellenan de crema o se reinventan con sabores innovadores.
Un clásico que sigue evolucionando
La dona ha logrado lo que pocos productos de panadería: volverse un lienzo para la creatividad. Desde las versiones glaseadas y cubiertas con chocolate hasta las más extravagantes con colores, toppings o rellenos gourmet, su forma sencilla esconde una versatilidad sin límites.
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Gracias a un pequeño agujero y a la frustración de un marinero, el mundo ganó un clásico que no solo resolvió un dilema culinario, sino que transformó la historia de la repostería. Hoy, las donas siguen girando alrededor de ese vacío icónico, recordándonos que muchas veces, las mejores ideas nacen de la necesidad.
Con información de Gourmet de México.
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