“Poner el dedo en la llaga”: ¿Cuál es la historia detrás de esta expresión?
El origen de esta expresión se remonta a un episodio bíblico. Según el Evangelio de San Juan, después de la resurrección de Jesucristo, uno de sus discípulos, Santo Tomás, dudaba de la veracidad de este milagro
MÉXICO.-En el imaginario colectivo, existen un centenar de expresiones que encapsulan la sabiduría popular y se encargan de enriquecer la cultura; desde aquellas que toman su significado por el deporte como “Tirar la toalla” hasta otras que perdieron el significado original y se convirtieron en una metáfora muerta.
Las expresiones y refranes son una parte esencial de cualquier idioma, ya que encapsulan sabiduría popular, experiencias compartidas y aspectos culturales que se transmiten de generación en generación. Una de estas expresiones es “poner el dedo en la llaga”, una frase que no solo tiene un significado profundo, sino también un origen fascinante.
Las expresiones y refranes son vitales en la comunicación diaria. Nos permiten expresar ideas complejas de manera concisa y efectiva. Además, reflejan la historia, las creencias y los valores de una cultura. Utilizar estas frases en la conversación diaria no solo enriquece el lenguaje, sino que también fortalece la identidad cultural y la conexión entre las personas.
La expresión “poner el dedo en la llaga” se utiliza para describir la acción de tocar o mencionar un tema delicado o doloroso que podría causar molestias o incomodidad a alguien. Es decir, cuando alguien “pone el dedo en la llaga”, está señalando un problema o una herida emocional que aún no ha sanado, provocando así un malestar emocional o reviviendo una situación incómoda.
El origen de esta expresión se remonta a un episodio bíblico. Según el Evangelio de San Juan, después de la resurrección de Jesucristo, uno de sus discípulos, Santo Tomás, dudaba de la veracidad de este milagro. Tomás declaró que no creería en la resurrección hasta que pudiera ver y tocar las heridas de Jesús. Cuando Jesús se apareció ante él, le invitó a poner su dedo en las llagas de los clavos y su mano en el costado. Este acto de tocar las heridas de Jesús convenció a Tomás de la resurrección, y desde entonces, la frase ha sido utilizada para referirse a la acción de señalar algo doloroso o incómodo
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