¿Cómo la piña pasó de ser un alimento de estatus a una seña para ligar?

En los últimos tiempos, una nueva tendencia ha revolucionado la manera de ligar en España. Hemos visto cómo las aplicaciones como Tinder, Badoo quedaron en el pasado; poco después, unirse a un gimnasio para conocer gente nueva o unirse al running fue la modalidad idónea; sin embargo, hoy ha vuelto a cambiar.

La nueva moda consiste en pasearse por el supermercado con una piña en el carrito de la compra entre las 7 y 8 de la tarde. Lo que podría parecer una acción extraña en realidad tiene un trasfondo curioso y cultural que ha llevado a esta fruta tropical a desempeñar un papel inesperado en las interacciones sociales.

De estatus a ligue: un breve recorrido histórico.

La piña no es una fruta cualquiera; su historia está plagada de significado. Documentada por primera vez por Cristóbal Colón durante su segundo viaje a las Américas, esta fruta exótica rápidamente conquistó el corazón de las élites europeas. Su dulce sabor y forma llamativa la convirtieron en un símbolo de estatus y lujo entre los siglos XVI y XIX.

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Tal como reportó National Geographic, según diversos historiadores, transportar piñas desde el Nuevo Mundo a Europa era costoso y complicado, lo que aumentaba su valor en las altas esferas sociales. De hecho, poseer una piña se convirtió en una forma de ostentar poder y riqueza.

Por lo que, a mediados del siglo XVI,, la piña comenzó a ser objeto de admiración no solo por su sabor, sino también por su exclusividad. La dificultad de transportarla en barco sin que se echara a perder la convertía en un artículo de lujo.

Según escritos de la época, algunos aristócratas llegaban a pagar grandes sumas de dinero para tener una piña en sus mesas, más como decoración que como alimento. El explorador Gonzalo Fernández de Oviedo destacó su incomparable sabor, afirmando que ninguna fruta europea podía igualarla.

Durante siglos, la piña se mantuvo como un símbolo de opulencia en Europa, y no solo se limitaba al ámbito culinario. En Inglaterra, por ejemplo, la piña se convirtió en un motivo decorativo en la arquitectura, apareciendo en fachadas de edificios emblemáticos como la Catedral de San Pablo en Londres.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la piña dejó de ser un bien inalcanzable y comenzó a cultivarse en Europa en invernaderos. Este cambio permitió que la fruta se integrara a las mesas de la aristocracia europea y se volviera más accesible. Sin embargo, el simbolismo de lujo y exotismo que la piña había construido a lo largo de los siglos persistió. Hoy en día, aunque se puede comprar por unos pocos euros en cualquier tienda, sigue evocando esa sensación de algo especial y diferente.

La piña como herramienta de cortejo

En pleno siglo XXI, la piña vuelve a tener un papel especial, esta vez en los supermercados españoles. Aquellos que desean ligar han encontrado en la piña una señal sutil y efectiva.

Pasearse con una de estas frutas en el carrito de la compra entre las 7 y 8 de la tarde se ha convertido en una invitación no verbal para iniciar una conversación, una forma moderna y fresca de cortejar sin recurrir a aplicaciones o citas rápidas.

Aunque la piña ya no es un artículo de lujo reservado para las clases altas, sigue siendo un símbolo con un significado especial. Ya sea en la decoración de edificios históricos, en un carrito de supermercado o como parte de una conversación entre desconocidos, la piña continúa siendo una fruta que despierta curiosidad y un cierto halo de sofisticación.

Esta nueva tendencia de cortejo en los supermercados de España es solo un capítulo más en la fascinante historia de la piña, una fruta que, a lo largo de los siglos, ha pasado de ser símbolo de estatus a una herramienta de interacción social.