La mirada de las mil yardas: la marca indeleble de haber vivido un hecho traumático

La “mirada de las mil yardas” es una expresión que describe una mirada específica que refleja una experiencia profundamente traumática.

Esta expresión se originó durante los conflictos bélicos y es particularmente asociada con el trastorno de estrés postraumático (TEPT), una condición que afecta a personas que han pasado por situaciones extremadamente estresantes o peligrosas.

El término fue acuñado por primera vez por Thomas Lea, un ilustrador y corresponsal de guerra, durante su trabajo para la revista Life. Lea fue encargado de retratar la realidad de los soldados estadounidenses en diversas zonas de conflicto desde 1941.

Su cobertura incluyó lugares como China, Gran Bretaña, Italia, India, África del Norte, Atlántico Norte, Medio Oriente y el Pacífico, documentando las experiencias de los soldados y las devastadoras consecuencias de la guerra.

El trauma de la guerra

La obra más famosa de Lea, titulada “That 2000 Yard Stare” o “La mirada de las 2000 yardas”, se convirtió en un icono de la desesperación y el trauma de la guerra. Esta pintura captura la expresión vacía y perturbada de un soldado estadounidense, reflejando un estado de abatimiento, angustia y desorientación.

Los ojos del soldado, abiertos al máximo, parecen mirar más allá del presente, enfocados en un vacío distante, simbolizando la disociación emocional y mental que acompaña a las experiencias traumáticas.

Lea describió al soldado de su obra como alguien que “dejó los Estados Unidos hace 31 meses, fue herido en su primera campaña, sufre de enfermedades tropicales, duerme poco por la noche y, por la mañana, saca a japoneses de agujeros.”

Además, mencionó que “dos tercios de su compañía ha muerto o están heridos” y se preguntó “¿Hasta qué punto puede aguantar un ser humano?”.

También te puede interesar: Biden promete acabar con la guerra en Gaza durante el resto de su mandato

La frase “Thousand-yard stare” o “mirada de las mil yardas” se popularizó durante la Segunda Guerra Mundial, aunque su uso se remonta a la Primera Guerra Mundial. Representa una mirada que, aunque parece enfocarse en algo cercano, realmente está perdida en un punto lejano, simbolizando el estado de desconexión o disociación que experimentan las víctimas de trauma severo.

Este fenómeno no es exclusivo del contexto militar; también puede observarse en otras víctimas de experiencias traumáticas, como niños que han sido expuestos a eventos extremos y han perdido su inocencia.