¿Sabías que un pueblo estadounidense se convirtió en mexicano? La curiosa historia de Río Rico

En un rincón olvidado de la historia fronteriza entre Estados Unidos y México, la pequeña localidad de Río Rico, ubicada en Tamaulipas, México, guarda una fascinante historia de identidad nacional alterada por la intervención humana y la legalidad en disputa.

Según reporta la BBC, Río Rico fue originalmente parte de Estados Unidos, una anomalía resultado de una controvertida intervención de la American Rio Grande Land and Irrigation Company a principios del siglo XX. La compañía, preocupada por posibles cambios en el curso del río Bravo (o río Grande), decidió cavar un canal sin autorización en 1906, separando así 419 acres de tierra que legalmente seguían siendo estadounidenses, pero ahora quedaban al sur del río, bajo jurisdicción mexicana.

Esta acción no solo desató un limbo legal, sino que también transformó a Río Rico en un oasis para los placeres prohibidos durante la época de la ley seca en Estados Unidos. Con casinos, clubes nocturnos, y diversas formas de entretenimiento, la economía de Río Rico floreció, atrayendo visitantes desde el lado estadounidense en busca de diversión y bebidas alcohólicas.

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Sin embargo, el auge fue efímero. Con la derogación de la ley seca en 1933, la ciudad perdió su principal atractivo y se sumió en el olvido, hasta que en 1967 un descubrimiento revelador devolvió a Río Rico a los titulares: muchos de sus residentes habían nacido técnicamente en suelo estadounidense. Este hallazgo desencadenó una serie de reclamos de ciudadanía estadounidense por parte de antiguos residentes de Río Rico, lo que llevó a un acuerdo que cedió oficialmente el Banco Horcón a México, pero reconoció la ciudadanía de aproximadamente 250 personas que nacieron en el territorio antes estadounidense.

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Hoy en día, Río Rico es un lugar tranquilo, habitado principalmente por agricultores, con pocas huellas visibles de su pasado tumultuoso y vibrante. A pesar de las divisiones geopolíticas y las barreras fronterizas, los residentes recuerdan con nostalgia una época en la que el río no separaba, sino que unía a las personas, y se aferran a la idea de una comunidad unida a ambos lados de una frontera que ha visto muchos cambios a lo largo de los años.