¿Cómo surgió la expresión “se le botó la canica”?

La historia del término “botar la canica” en México tiene sus raíces en la evolución de las técnicas de sellado de las botellas de refresco y cerveza a finales del siglo XIX y principios del XX.

En 1892, el irlandés William Painter inventó las tapas metálicas, conocidas como corcholatas, pero su adopción en la industria fue lenta. Durante ese tiempo, los fabricantes de refrescos usaban diferentes métodos para sellar sus bebidas carbonatadas.

Uno de estos métodos involucraba el uso de canicas y una pasta selladora. Este sistema era común en varias bebidas mexicanas antiguas, siendo los refrescos Yoli uno de los ejemplos más conocidos.

Estilos | Noticias de México | EL IMPARCIAL

Diez palabras que son muy comunes en el español, pero tienen origen árabe

Método poco efectivo

Sin embargo, este método tenía un problema significativo: durante los largos trayectos de transporte, especialmente en un México con muchas calles sin pavimentar, las botellas se agitaban, lo que hacía que el gas en su interior expulsara las canicas de la parte superior.

Este fenómeno causaba que los refrescos se derramaran, comparándose con alguien enloquecido que actúa de manera descontrolada.

Así, la imagen de la botella expulsando su contenido a toda presión se asimiló a actos desquiciados de una persona no cuerda. Este paralelismo entre el comportamiento de las botellas y las acciones de una persona enloquecida originó la expresión “botar la canica” para referirse a alguien que ha perdido el juicio.

Con el tiempo, alrededor de 1930, la corcholata se popularizó en la industria refresquera de México y del mundo, lo que llevó a la desaparición del sistema de cierre con canica. No obstante, la frase “botar la canica” perduró en el lenguaje popular, manteniendo su significado original.