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El Imparcial / Lo curioso / Pingüino

Las microsiestas de 4 segundos de los pingüinos barbijo que habitan en la Ántartida, ha despertado la curiosidad de los científicos

La duración promedio de una siesta era de cuatro segundos, y el 72% duraba menos de diez segundos.

ANTÁRTIDA.- El sueño, un misterio evolutivo, encuentra una sorprendente respuesta en los pingüinos barbijo que habitan la isla King George, cerca de la Antártida. Según un artículo publicado en la revista Science por Paul-Antoine Libourel del Centro de Investigación en Neurociencias de Lyon y Won Young Lee del Instituto de Investigación Polar de Corea, estos curiosos pingüinos optan por siestas microscópicas, durmiendo solo cuatro segundos a la vez, ¡pero miles de veces al día!

El sueño, esencial para la mayoría de los animales, representa un enigma evolutivo, ya que durante este período, los animales no pueden buscar alimentos, defender su territorio, huir del peligro ni aparearse. Sin embargo, su ubicuidad entre los animales sugiere que posee un poder restaurador crucial.

Lo peculiar radica en la estrategia adoptada por los pingüinos barbijo. Equipados con electrodos para medir sus ondas cerebrales, sensores de movimiento y rastreadores GPS, 14 pingüinos fueron liberados para un estudio de diez días. Sorprendentemente, se descubrió que, a diferencia de la mayoría de los animales que duermen en bloques continuos, los pingüinos barbijo se sumergen en microdormideros de unos pocos segundos, repetidos cientos de veces por hora. La duración promedio de una siesta era de cuatro segundos, y el 72% duraba menos de diez segundos.

Este patrón de microdormideros, aunque no único, es excepcional en el reino animal. Otras especies de pingüinos practican algo similar, pero con periodos de sueño mucho más prolongados. Los científicos sugieren dos explicaciones para este patrón de sueño peculiar.

La primera teoría se relaciona con amenazas externas. Dado que los pingüinos barbijo a menudo incuban sus huevos solos mientras sus parejas buscan alimentos, el sueño fragmentado podría ser una forma ingeniosa de descansar durante largas vigilias de protección de huevos, permitiéndoles reaccionar rápidamente ante peligros como los skuas marrones, aves depredadoras que acechan huevos desatendidos.

Sin embargo, esta teoría se complica con la observación de que los pingüinos en los bordes de la colonia, teóricamente más expuestos al peligro, disfrutaban de siestas más largas y profundas que los que vivían en el centro.

La segunda sugerencia se centra en las dinámicas internas de la colonia. Los pingüinos barbijo son conocidos por su naturaleza bulliciosa y competitiva. Las amenazas pueden provenir tanto del exterior como del interior de la colonia, ya que algunos individuos roban materiales de anidación a vecinos desprevenidos. Esto plantea la posibilidad de que aquellos en el bullicioso centro de la colonia tengan más dificultades para conciliar el sueño que aquellos en los suburbios más tranquilos y seguros.

La elección entre estas teorías requerirá más investigación, y ambas podrían demostrar ser ciertas. Aunque no se pudo medir cuán restaurador es el sueño interrumpido de los pingüinos, las grabaciones cerebrales sugieren que sus neuronas experimentan unos segundos en un estado de reposo durante cada microdormidero. Esto, junto con la capacidad demostrada de incubar a sus crías en tales condiciones, sugiere que los pingüinos barbijo obtienen al menos algún beneficio de su constante cabeceo. Un recordatorio interesante para los humanos que cuidan de sus propios recién nacidos.

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