Así afecta Candy Crush tu cerebro
La mecánica del juego es muy simple: juntar tres caramelos iguales para avanzar en el marcador, así es Candy Crush. Ahora bien, ¿cómo es que este juego pueda manipular nuestro cerebro y nos tenga tan enganchados?
La adicción por este juego ha llevado a una grupo de investigadores a descifrar los mecanismos empleados por sus creadores para crear un altísimo nivel de adicción.
"El juego permite ganar, adquirir confianza e ir progresando rápidamente, lo que proporciona un fuerte sentimiento de satisfacción y superación. Estos logros se perciben como mini recompensas en el cerebro, liberando dopamina y aprovechando el mismo neurocircuito implicado en la adicción, para reforzar las acciones”, según explica Dana Smith del diario The Guardian.
Y es que según Smith, esta estrategia de conocer como un programa de refuerzo de razón variable es la misma táctica utilizada en las máquinas tragamonedas.
Steve Sharman, es un estudiante de psicología de la Universidad de Cambridge que ha investigado el funcionamiento de Candy Crush, explica que además que la impresión de que estamos en control de un juego es clave para generar su naturaleza adictiva.
"La ilusión de control es un elemento crucial en el mantenimiento de la adicción al juego ya que infunde un sentimiento de habilidad o control. Hay una serie de características en el juego como los denominados "boosters" que hacen creer a los jugadores que están afectando el resultado del juego, pero esto ocurre en casos contados".
Según ABC.es, otra característica fundamental del juego que afecta sustancialmente a cómo responde el usuario es el límite de vidas, que impide generar una sensación de cansancio. Después de cinco vidas perdidas, hay que esperar 30 minutos para que se regenera cada vida, lo que provoca que el jugador nunca se sienta saciado y siempre tenga ganas de más. A este efecto se le denomina adaptación hedónica, estudiado en la Universidad de Harvard y British Columbia.
Durante el experimento, los participantes se dividieron en dos grupos; al primero se le prohibió tomar chocolate durante una semana, mientras que al otro se le proporcionó todo el que desearon. Siete días después, los participantes saborearon sólo 30 gramos de chocolate en el laboratorio para examinar sus reacciones.
Como era de prever, los que habían sido privados de chocolate lo encontraron mucho más placentero que los que habían accedido libremente a él.
Tampoco es casualidad que el juego emplee caramelos y no estrellas u otro tipo de símbolos. Como señala Sharman, los alimentos resultan muy recurrentes en los juegos de azar ya que los liga a la felicidad y el placer que se obtiene al comer.